"El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo"

san Mateo (13,44-46)

"El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo"

Redacción Religión

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Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-46

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra”.

Primera lectura

Lectura del profeta Jeremías 15,10.16-21:

¡Ay de mí, madre mía, me has engendrado para discutir y pleitear por todo el país! Ni presté ni me han prestado, en cambio, todos me maldicen. Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón, y tu nombre era invocado sobre mí, Señor Dios del universo. No me junté con la gente amiga de la juerga y el disfrute; me forzaste a vivir en soledad, pues me habías llenado de tu ira. ¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga, enconada e incurable mi herida? Te has vuelto para mí arroyo engañoso de aguas inconstantes. Entonces respondió el Señor: «Si vuelves, te dejaré volver, y así estarás a mi servicio; si separas la escoria del metal, yo hablaré por tu boca. Ellos volverán a ti, pero tú no vuelvas a ellos. Haré de ti frente al pueblo muralla de bronce inexpugnable: lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte — oráculo del Señor —.

Te libraré de manos de los malvados, te rescataré del puño de los violentos».


Salmo

Sal 58,2-18

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Líbrame de mi enemigo, Dios mío;

protégeme de mis agresores,

líbrame de los malhechores,

sálvame de los hombres sanguinarios. R/.

Mira que me están acechando,

y me acosan los poderosos:

sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. R/.

Por ti velo, fortaleza mía,

que mi alcázar es Dios.

Que tu favor se me adelante, Dios mío,

y me haga ver la derrota de mi enemigo. R/.

Pero yo cantaré tu fuerza,

por la mañana proclamaré tu misericordia,

porque has sido mi alcázar

y mi refugio en el peligro. R/.

Y tocaré en tu honor, fuerza mía,

porque tú, oh, Dios, eres mi alcázar,

Dios mío, misericordia mía. R/.

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