"Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros"

san Marcos (9,41-50)

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Redacción Religión

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Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,41-50

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”. Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago 5,1-6:

Atención, ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. ¡Habéis acumulado riqueza... en los últimos días! Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor del universo. Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida, habéis cebado vuestros corazones para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, el cual nos os ofrece resistencia.

Salmo

Sal 48,14-15ab.15cd-16.17-18.19-20

R/. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Este es el camino de los confiados,

el destino de los hombres satisfechos:

son un rebaño para el abismo,

la muerte es su pastor. R.

Bajan derechos a la tumba;

se desvanece su figura,

y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,

me arranca de las garras del abismo. R.

No te preocupes si se enriquece un hombre

y aumenta el fasto de su casa:

cuando muera, no se llevará nada,

su fasto no bajará con él. R.

Aunque en vida se felicitaba:

«Ponderan lo bien que lo pasas»,

irá a reunirse con la generación de sus padres,

que no verán nunca la luz. R.

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