Año nuevo ¿vida nueva? Una reflexión cristiana sobre el tiempo... con música
A las puertas de despedir el año 2018, Nico Montero reflexiona sobre el tiempo, siempre en fuga y siempre una oportunidad.
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Cuando Charles Dickens escribió su conocido Cuento de Navidad nos brindó una magnífica reflexión sobre el tiempo, un relato para reflexionar sobre la calidad de nuestro pasado, para tomar el pulso al presente que se nos escapa con la cadencia del minutero, y una advertencia sobre lo que nos depara el futuro por la repercusión de nuestras acciones en el desenlace de nuestra vida. En definitiva, una lección sobre el uso y desuso que hacemos del tiempo y una alerta sobre con qué llenamos o vaciamos nuestras vidas.
Nos creemos dueños del tiempo... el tiempo es de Dios.
Nos creemos señores del tiempo, organizamos nuestra vida con agendas repletas de proyectos a corto y a larguísimo plazo, como si el tiempo nos perteneciera, como si todo lo tuviéramos bajo nuestro control y nada pudiera alterar nuestros planes. Y resulta que, como dicen la escrituras, no sabemos ni el día ni la hora, vivimos a la intemperie y nuestra fragilidad es la única certeza. Cuando nos creemos dueños del tiempo, perdemos la perspectiva y olvidamos lo importante, y cambiamos el orden de prioridades y vivimos con la brújula equivocada.
Hace unos días me encontré con un amigo que acaba de superar un tumor. Me dijo: “Ya no soy el mismo, ahora se lo que importa y lo que no. No quiero perder el tiempo en cosas que no merecen al pena”... Cuando dejamos a un lado la soberbia o ignorancia de creernos por encima del bien y del mal, cambia la perspectiva, como decía Ortega, nuestro punto de vista del universo se transforma a raíz de la experiencias vitales que dibujan nuestra circunstancia. El tiempo no nos pertenece, el tiempo es de Dios, de quien lo recibimos como regalo, como oportunidad,... un tiempo de salvación que podemos vivir con sentido o dejarnos arrastrar por la inercia que van marcando quienes se creen dueños del mismo. Lo escribí en esta canción hace unos años:
Del “retorno de lo mismo” al tiempo como oportunidad.
Decía Nietzsche que la historia era circular, es decir un eterno retorno de lo mismo. Esta concepción nietzscheana refleja el deseo y el anhelo que surgen como resultado de amar tanto la vida, que uno confía y espera que se repita constantemente. Es cierto que en nuestra vida son muchas las rutinas que se repiten, y que está tejida con muchos hilos de cotidianidad, que en muchas ocasiones nos pesan y desgastan.
Pero ahí se cuece la vida, en la rutina nos topamos con las innumerables oportunidades de plantarnos en la realidad con otros ojos, de ser un regalo para quienes nos rodean, de empeñarnos en ser felices, en repartir alegría, en ser uno mismo, fiel y apasionado, viviendo con intensidad y buscando la plenitud en lo ordinario... de amar la vida, tanto como si deseáramos que se repitiera eternamente, pero con la certeza de que no es circular ni una historia cerrada en si misma, como decía el viejo Nietzsche, sino una historia de salvación que se proyecta hacia la eternidad del amor, trascendiendo la propia realidad.
Leer e interpretar la vida con ojos de Fe, permite comprender el relato de nuestra vida como una historia con sentido, en la que lo bueno y lo indeseable se dan cita como dos caras de la misma moneda, en la que las alegrías y los sufrimientos son rutas del mismo camino, en el que nos sentimos amados y llevados en la palma de la mano del Dios de la Vida. Si a veces te sientes solo, angustiado, te faltan las razones y te sobra el hastío... si necesitas un abrazo, no dejes de escuchar esta canción:
Año nuevo, vida nueva.... Es tu hora.
Y nos comemos las uvas, ataviados con las mejores galas, con el propósito de que el año próximo sea mejor, aunque en ocasiones esperando pasivamente que las circunstancias cambien sin poner mucho de nuestra parte en ello. Y en cada noche vieja, por encima del bullicio que nos envuelve y ensordece, el cronómetro marca una nueva oportunidad de vivir de otra manera, de mirar de otra manera, de pensar y sentir de otra manera. Cada noche vieja es más vieja y nosotros más viejos aún, y va tocando dejar de vivir al ritmo que marcan las campanadas de unos y otros.... y vivir con la plenitud que marca el proyecto de vida rezado y asumido.
Ser fiel a uno mismo, no está de moda. Tantas veces postergando planes, proyectos, intuiciones, viviendo a medio gas... Es tu hora. No mires atrás... Es la hora de vivir con intensidad, de ser sal, fuego y luz, de vivir como sueñas y mereces.. Para este 2019 le pido a Dios que mi corazón se parezca más al corazón de Jesús. Y que en todo, aprenda a pensar, sentir y actuar como lo haría Jesús en cada circunstancia que el tiempo y la vida pongan en mi ruta... Nos vemos en los caminos, salimos al encuentro. ¡¡Es tu hora!! Te lo canto para que te quede claro: