Madrid - Publicado el
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Juan Bautista ya había dicho a sus discípulos que Cristo tenía que crecer y él debía menguar. Así sucede cuando celebrábamos su Nacimiento el 24 de junio, que los días desde ese momento empiezan a decaer minuto a minuto. Hoy celebramos su martirio, en el que sentirá que su tiempo ha terminado y que llega el Momento del Señor después de que él le haya preparado el camino.
El Evangelio nos cuenta cómo sucedió todo. Herodes se había desposado con la mujer de su hermano, Filipo de Iturea. Todo esto había causado estupor y escándalo ante los judíos. Entonces aparece Juan que le recrimina al rey usurpar la mujer a su hermano y desposarse con ella. Esta advertencia les sienta mal. Herodes quiere dar un pequeño escarmiento al Bautista y le encierra en el calabozo, después de mandarle prender. Su idea no va más allá. Sin embargo Herodías quiere quitarle del medio. No lo consigue porque el monarca le escucha con gusto cuando habla y le defiende. La ocasión se presenta cuando Herodes cumple años.
Dentro de ese banquete a los principales magnates, Salomé, hija de Herodías, cautiva al monarca y danza gustándole a él y a todos los invitados. Como Herodes le había prometido con juramento darle lo que quisiera, aunque fuese la mitad del reino. Como no es consciente de lo que le ofrece, ella le pde que le traiga en una bandeja la cabeza de Juan Bautista. El rey se opone. Sin embargo le recuerdan el juramento y los convidados. Entonces lo autoriza. Cuando al recibe la joven se la entrega a su madre. Los discípulos obtienen permiso para sepultarle. El martirio de San Juan Bautista se celebra desde muy antiguo en la Iglesia. Su origen se centra en la construcción de la Iglesia del Precursor en Sebaste (Samaría). Durante el siglo V se recoge en Francia y en el siglo VI llega hasta Roma.