Madrid - Publicado el
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Hoy es II día de la Octava de Navidad. La Iglesia sigue contemplando el Señor Nacido que es la Gloria que se nos ha manifestado. Así lo proclaman las Sagradas Escrituras. Las luces del Misterio hablan del Feliz Alumbramiento. Dios que se hace Hombre viene a salvarnos y a dar los pasos para fundar la iglesia como la Familia de Salvación.
Por eso, este 26 de diciembre, la Liturgia nos propone, igualmente, al Protomártir San Esteban. Según cuentan los Hechos de los Apóstoles, algunas viudas de origen griego se quejaron porque no se sentían bien atendidas. Por esto, Pedro y los demás discípulos nombraron siete diáconos encargados del servicio a estas mujeres necesitadas.
Entre ellos se encuentra Esteban. Su capacidad de predicar en un momento de máxima expansión de la Fe en la que, hasta algunos sumos sacerdotes se habían convertido, hace que un grupo de ancianos le denuncie falsamente de blasfemo. Al llegar ante el Sanedrín, el diácono echa en cara a los fariseos su dureza de corazón por lo que le arrastran hasta las afueras para apedrearle.
Su sangre derramada, fue semilla de nuevos cristianos, entre los que se cuentan Saulo que estaba allí presente, aprobando su muerte, y que después será el Apóstol de los gentiles. Una vez descubiertas sus reliquias en Palestina el año 415, el culto se difundió por todo el mundo.
Así la Iglesia pone lo más cerca posible de la manifestación del Dios Hombre, el testimonio del primer mártir. Él es el primer Fruto del Dios que nace y da la Vida para que todos la tengamos si creemos como el Diácono San Esteban, en su Nombre.