La historia de la reina que se convirtió en santa

La esperanza siempre tiene un punto álgido y es lo que sucede en este III Domingo del Tiempo de Adviento. Y es de justicia hablar unas pinceladas. Su denominación originaria es Domingo Gaudete que tiene su símil con el Laetare que corresponde al IV Domingo de Cuaresma. En el caso de gaudete el gozo en el Señor que se acerca es algo que señala el Apóstol San Pablo cuando exhorta a gozar en Cristo que ya llega.

Y en este contexto aparece la Santa de hoy que es Santa Alicia y que bien puede ser una inyección de esperanza en el periodo que le tocó vivir en las altas esferas de la corte como reina, una veces aceptada, otras veces aclamada y otras veces despreciada pero esto es lo que les pasa a los fieles seguidores de Cristo.

Casada con el rey Lotario de Italia, pasa por una serie de calamidades y dificultades de las cuales Dios sacará bienes a pesar de los males aparentes. Sin duda, aquí se puede traer a colación el refrán de que Dios escribe recto con renglones torcidos. Cuando enviuda, casando de segundas nupcias y asumiendo la regencia, sufre grandes incomprensiones y destierros. En medio de todo esto, retoma el reinado. Su forma de ejercer el poder es sirviendo tal y como pide el Evangelio.

Todos, especialmente los necesitados, se verán beneficiados de su caridad, alimentada por su espíritu de oración y mortificación. Alicia pasa muchos ratos ante el Sagrario para pedirle fuerza y esto el ayuda a ser más eficaz en su vida espiritual y en su quehacer diario. De esta forma, expía los pecados de sus súbditos y de todo el pueblo. Lucha en bien de la extensión de la Iglesia, fomentando la construcción de templos y lugares de culto en Magdeburgo. Muere en Salces (Alsacia) el año 999.