Los Reyes Magos, por qué la salvación del Niño Jesús es para todo el mundo

Toda fiesta en la Iglesia va teniendo sus momentos de oro en los que parece que había terminado los momentos más importantes, pero cada fecha marca una celebración relevante. Es el caso de la Epifanía del Señor que vivimos en esta jornada. En el Tiempo de Adviento, los ocho días previos a la Navidad comienzan con la Virgen de la O.

Desde el 25 se prolongan los días hasta la Octava de navidad. Del día 1 hasta el día 6 es el período que discurre entre la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, hasta hoy en que celebramos la Epifanía del Señor, popularmente conocida como la Solemnidad de los Santos Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar.

Atenernos a Epifanía quiere decir que hablamos de la "manifestación de Dios a los hombres". Está claro que el 25 de diciembre con su Nacimiento, Dios viene a salvarnos a todos, pero para dejar claro que es a toda la humanidad y no sólo al pueblo judío había que llevar a cabo una señal.

Entonces San Mateo, en su Evangelio relata la llegada algún tiempo después de unos hombres de dinastía real y sabios que preguntaban por el Mesías, Rey de los judíos, que había nacido en esa tierra y que ellos se habían puesto en camino desde sus lugares de origen para adorarlo.

Su entrada en Palestina no tiene una recepción como ellos esperaban. Incluso Jerusalén se sobresalta con Herodes que les llama para darles aparente información de dónde vive el Niño, con la información de los Profetas y bajo la intención de que le cuenten ingenuamente lo que vieron para acabar con el Mesías. Ellos son guiados por esa Estrella maravillosa hasta el Portal donde encuentran al Niño con María y José y al que le regalan Oro como Rey, Incienso como Dios y Mirra como Hombre. El Señor del Cielo providente les pide que no vuelvan a Herodes.

De estos hombres se encarga de hablar el Padre de la Iglesia, San Beda el Venerable quien estudia las Escrituras para evocar que los Reyes de Saba y de Arabia llegan trayendo regalos. Según este Santo, los Magos pertenecen a la dinastía real y son tres ya que representan a cada Continente entonces conocido: Europa, África y Asia. Las reliquias de los Magos se encuentran en la Catedral de Colonia, en Alemania.