SANTORAL 27 NOV

La Milagrosa: el honor de llevar a Nuestra Madre y de que ella nos lleve

Esta medalla es fruto de la visión de una santa, que nos explicó su significado y cómo pedirle gracias a la Virgen. 

Jaculatoria a La Milagros: “¡Oh María sin pecado concebida, Ruega por nosotros que recurrimos a Vos!”

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

No es raro un mes del año con varias celebraciones marianas. De hecho, lo más extraño sería un mes sin un título o una festividad en honor de la Virgen. En noviembre, antes de finalizarlo, celebramos a Nuestra Señora la Virgen de la Medalla Milagrosa. Algunos años antes de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, en 1830, una Hija de la Caridad, Santa Catalina Labouré (cuya memoria recordaremos mañana) en la Casa Madre de París tuvo una fuerte experiencia de Fe al ver a la Reina de los Cielos.

Ya el 18 de julio había sido una aparición y poco después del 27 de noviembre volvería a ver otra vez a la Señora. Pero, la de tal día como hoy, sucedió en un contexto muy particular. Daba comienzo el Adviento y las religiosas se encontraban rezando el sábado por la tarde las primeras vísperas del Domingo en la cuenta atrás para la Navidad. Entonces Santa Catalina vio en lo alto del Retablo una Figura muy hermosa. Poco a poco, se dio cuenta de que era la Virgen.

Estaba en un globo terráqueo donde le dijo que eso representaba el mundo y Ella se mostraba como la Reina de todo cuanto existe. En la mano salían unos rayos luminosos. El estupor de Catalina le hizo preguntar, por curiosidad. sobre el significado de esas luces, a lo que María le dijo que eran gracias y dones de Dios a los hombres a través de su Madre, pero que muchos de ellos no llegaban hasta el suelo porque los hombres no se los pedían.

En la parte de atrás del globo aparecieron una Cruz y una M, donde se comprendía la unión de María con su Hijo en el papel de Medianera de todas las gracias. Por fin la Virgen dejó una jaculatoria para pedirle su ayuda en la vida y que es la manera de dirigirse el pueblo de Dios a la Medalla Milagrosa. Dice así: “¡Oh María sin pecado concebida, Ruega por nosotros que recurrimos a Vos!”.

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