San Bienvenido, lleno de paz y reconciliación
Publicado el
2 min lectura
Dice el Señor en el Evangelio que cuando vayas a presentar la ofrenda ante el altar, si recuerdas que tu hermano tiene quejas contra tí, vete primero a reconciliarte con él y vuelve a presentar la ofrenda. Esto le pasó a San Bienvenido que vivió a Cristo que dio la vida para reconciliar a los hombres con Dios y entre sí. Nacido en Ancona (Italia) el año 1188. Su afán por la reflexión le llevó a estudiar en la prestigiosa Universidad de Bolonia.
Allí se formó bajo la tutela de San Silvestre Guzzolini, hombre con fama de Santidad y fundador de los silvestrinos. Bienvenido fue designado Capellán Pontificio y, sucesivamente, arcediano de Ancona. Siempre se le notaba su carácter pacífico. Por eso el Papa pensó en él para ser su administrador apostólico en Osimo. En este lugar hubo grandes problemas y el Pontífice buscaba alguien conciliador para elminar distancias y enfrentamientos.
Dada su labor como se esperaba le hicieron obispo de esta Diócesis. Entre los nuevos sacerdotes que ordenó se encuentra San Nicolás de Tolentino. Gran devoto de San Francisco de Asís ingresó en los Menores, a los que ya había acogido en su territorio diocesano. Como había bastantes ventas de terrenos y bienes de la Iglesia, él tuvo que reaccionar ante ello. En su ministerio recordó a los fieles que debían poner la meta en Dios y su Salvación dejando de lado las riquezas.
Así lo decía San Pablo “Todo lo estimo pérdida comparado con Cristo”. Sobre todo le importaban los fieles encomendados .a sus cuidados. Para fortalecer a las almas promovió la catequesis como al manera de formarles. También promulgó un Sínodo para sentar la normas eclesiásticas. También cuidó de la formación de los seminaristas. San Bienvenido muere en el año 1282. Dos años después fue aprobado su culto como Santo.