SANTORAL 26 NOV

El hombre que llevó a Cristo en las misiones populares

Leonardo de Porto Maurizio tomó el hábito franciscano y, además de ayudar a reformar la Orden, salió a misionar por los pueblos.

El hombre que llevó a Cristo en las misiones populares

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

1 min lectura

La trayectoria de los Santos les lleva a veces de un sitio a otro para ser predicadores de la Buena Nueva del Evangelio. De la misma forma que Felipe, el Apóstol, fue llevado, por ejemplo, al carruaje de un eunuco para explicarle la Buena Noticia, otros Santos recorren miles de sitios. La Providencia les conduce a un apostolado itinerante. Hoy celebramos a uno de esos que vivieron desde la sencillez porque pudo llegar a más y se conformó con lo poco que tenía. Es San Leonardo de Porto Maurizio.

Nace en esa zona portuaria en el año 1676. Su vivacidad le hace muy despierto hasta el punto de que sus estudios los cursa en la Ciudad Eterna. El Santo no quiere quedarse en una preparación meramente científica y teológica y para no perderse en las cosas de la vida, ni para banalizar las cosas espirituales, toma contacto con el oratorio de San Felipe Neri. En ese lugar se verá más profundo porque allí te formaban para la Fe, desde la alegría y la esperanza como le caracterizaba a San Felipe.

A finales del siglo XVII, toma el hábito franciscano y en los comienzos del XVIII se ordena sacerdote. Es entonces cuando se fijan en él para enseñar filosofía, encargo que no llegará a desempeñar por culpa de una enfermedad pulmonar. Una vez curado -favor que atribuye a la Virgen- participa en la reforma de la Orden Franciscana. Para conseguir esta renovación, así como una vida espiritual profunda, se apoya en Cristo con un amor especial a la Eucaristía y la práctica frecuente de la penitencia. Dios le concede un carisma especial: las misiones populares.

Su lenguaje directo y espiritual, hace que llegue al corazón de todos los hombres, moviéndoles a la reflexión y al arrepentimiento. Tras una vida dedicada a promover estas misiones populares, muere en Roma, descansando sus reliquias en el Convento de San Buenaventura. 

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