San Marcelo: el centurión que renunció a un imperio por Jesús

Los Santos proceden de sitios muy distintos y han llegado a Dios por diversos itinerarios. Nada podía hacer pensar, en otros momentos, que un pagano del Imperio Romano se acercase a la Fe. Pero así fue con San Marcelo, a quien conmemoramos hoy. Nos trasladamos a León en el siglo III cuando Roma era la dueña de medio mundo. El Imperio de los Césares era temido por donde quiera que se escuchase hablar de él.

Por Hispania circulaba la VII legión y uno de sus integrantes era Marcelo. Había sido un hombre leal al Imperio. Ahora tocaba vigilar que todas las provincias romanas no alterasen el orden establecido. Eso lo tenía claro Marcelo. Hasta que un buen día alguien le habló de Cristo y dejó a los dioses falsos por el Dios que se hace Hombre para salvar al género humano.

Ya estaba bien de conquistas cuando lo importante era que Dios conquistase el corazón de toda persona para que se salvase y llegase al conocimiento de la verdad. Ya entendía Marcelo aquello que le habían enseñado de que los dioses romanos eran de hechura humana. El gobernador de Hispania tiene la noción de la desfachatez y el despropósito de Marcelo y redacta un texto de acusación en el que recoge que este centurión reunió a toda la tropa para decirles que desde ese momento dejaba su condición de militar romano para abrazar lo que le puede colmar sus inquietudes, algo que no encuentra en las divinidades romanas.

El Procurador piensa en mandarle a Roma, pero al final será en Tánger donde se le pida un acta de renuncia a su Fe cristiana si quiere conservar el puesto  la vida. Marcelo lo tiene claro. Sólo servirá al Señor su Dios, el Único que le da la dignidad y la libertad. Viendo las autoridades que no consiguen nada le mandan decapitar de forma que así derramará su sangre por Cristo.