SANTORAL 6 DIC

El hombre que vendió sus riquezas para luchar contra la esclavitud infantil

Nicolás sabía que se dedicaría a Dios. Sin embargo, es testigo de que un padre quiere vender a sus hijas porque no puede mantenerlas. 

El hombre que vendió sus riquezas para luchar contra la esclavitud infantil

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

2 min lectura

Hay muchos Santos de los que conocemos facetas de su vida, pero muchas veces míticas y que nada tienen que ver con la realidad que tuvieron. Esos momentos de los que Dios recuerda que sus caminos no son los nuestros y su planes se diferencian de los planes humanos. Eso es lo que pasa con el Santo de hoy, San Nicolás de Bari.

Muy popular pero con una vida desconocida, o al menos que nada tiene que ver con lo que se cree saber. Su vida transcurre en el siglo IV en Turquía. Su familia es profundamente cristiana. Prueba de ello, es que los padres quieren lo mejor para su hijo y le educan en una Fe profundamente cristiana. El obispo de Pitara toma parte en completar esta formación de Nicolás.

Cuando sus padres mueren y debe dar una salida a todos sus bienes, que son muchos. Él ya lleva en la sangre esa disponibilidad para los que Dios le pida y lo mejor es desprenderse de ello. Pero, como señalábamos más arriba, el hombre propone y Dios dispone. Por entonces, surge una noticia muy lamentable. Está en boca de todos.

Un padre se ha quedado en la más absoluta miseria y no tiene nada. Sus tres hijas van a morir de hambre y el padre decide venderlas para no verlas sufrir. San Nicolás se entera de todo. Decide entonces hablar con el padre y le asigna sus riquezas de manera que sus hijas no sean vendidas como mercanías y pueda sacarlas adelante.

La Providencia quiere que desemboque en Mira, cuando el anciano Obispo de esa Diócesis había fallecido. Inesperadamente, reparan en él para que sea el Pastor de allí, servicio que hubiese rechazado, de no ser por la obediencia que tenía. Tuvo que sortear muchas dificultades, entre las que se encuentra defender a muchos inocentes condenados a muerte, o asegurar el respeto al Edicto de Milán. Muere en el siglo IV y sus reliquias son trasladadas a Bari (Italia), el siglo XI. 

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