¡Viva Cristo Rey!

Existe una canción en la que das gracias a Dios por la vida, la tierra y el sol y recuerda que el Señor nos conduce hacia Él como los ríos desembocan en el mar. Eso debió de pensar el Papa Pío XI cuando el 11 de diciembre de 1925 escribió su Primera Encíclica de título Quas Primas en la que se centra en un único tema: Cristo Rey del Universo.

El contexto se remonta a un tiempo difícil. Ha concluido hace menos de diez años una grave contienda bélica, como fue la I Guerra Mundial, y el hombre moderno seguía respirando afán de poder y de odio frente a Dios. Incluso la amenaza de nuevas guerras, como así sucedió en 1939 con la II Guerra Mundial, no se había quitado.

En medio de todo esto Pío XI conmemora el XVI aniversario de la Celebración del Concilio de Nicea. Allí habían surgido problemas pequeños en apariencia, pero que luego después tuvieron que solucionarse mediante la Asamblea de obispos para dictaminar que Cristo es Dios Hecho Hombre. Cada uno de los puntos de la Encíclica recorre los momentos en la Sagrada Escritura tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento para recordar que se prefigura desde tiempos inmemoriales que el Salvador reinará sobre la Casa de Jacob para siempre.

Esta Solemnidad recuerda la confluencia del hombre hacia Dios. La representación del Pantocrátor en los tiempos medievales son una catequesis del Cordero sentado en el trono, al tiempo que se recuerda que Jesucristo Rey, es el que sirve. Y que no entra en ninguno de los reinos de la tierra y que no es un Rey que deba ser instrumentalizado por los grandes de la tierra. Eso sería tomar el Nombre de Dios en vano algo que prohíben los mandamientos de la Ley Divina.

Esa celebración se fijó para el último domingo de octubre y en la reforma del Concilio se puso el último domingo del Año Litúrgico, justo antes de comenzar el Tiempo de Adviento.