Así se vive en Benitagla, el pueblo que tarda nueve minutos en hacer el escrutinio electoral: "Tiene ventajas"

Es el municipio más pequeño de Andalucía y cuenta con una población envejecida que se las ingenia para atraer residentes y visitantes.

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Así se vive en Benitagla, el pueblo que tarda nueve minutos en hacer el escrutinio electoral: "tiene ventajas"

Verónica Ruiz

Almería - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Nueve minutos. Y, el recuento de Benitagla, listo. 41 personas acudieron a las urnas en las últimas elecciones andaluzas celebradas hace casi un año.

Benitagla es el pueblo almeriense más rápido en contabilizar sus votos. No es de extrañar ya que se trata del municipio más pequeño de Andalucía. Cuenta con 53 vecinos censados y residen allí sólo una treintena de benitagleros.

Pero el tiempo no pasa tan rápido en el día a día y parece haberse detenido en esta coqueta población de casas blancas y calles estrechas, situada en la Sierra de Los Filabres.

Además de aire puro se respira calma y sosiego. Demasiado quizás. De hecho, sus pocos vecinos temen que Benitagla acabe convirtiéndose en un pueblo fantasma.

Así se vive en Benitagla, el pueblo que tarda nueve minutos en hacer el escrutinio electoral: tiene ventajas

Cómo transcurre la votación en Benitagla

Los benitagleros se reparten durante la jornada electoral a la hora de votar: hay quienes son muy madrugadores y prefieren depositar el sobre con la papeleta a primera hora de la mañana. “Yo así me quedo más tranquila”, nos dice una señora. Otros acuden por la tarde. Lo mismo da.

En la localidad ya se barrunta quién será el regidor. “Sabemos quién va a salir, no hay dudas”. Cero expectación o nervios. El recuento se hace en un abrir y cerrar de ojos y comienza el “boca a boca”. Todos los vecinos se dan por enterados de quién ocupará el sillón de la alcaldía durante los próximos cuatro años.

Una población envejecida que sueña con escuchar carcajadas de bebés

La media de edad es de 75 años. Mari Luz, de 68, es de las benitagleras más jóvenes. Y se muestra tajante. “Aquí se vive regular porque estamos muy solos, hay mucha soledad. Pasan días y no vemos a ningún vecino”, lamenta.

Los habitantes de la localidad se han acostumbrado a vivir sin ruido, de modo que cuando escuchan el claxon de un vehículo ya saben lo que toca. Salir a hacer la compra.

Sin comercios en la zona, el súper llega cada día a golpe de pito. “Si no es el día que toca que viene el pan, no ves ningún coche ni oyes nada. Sabemos que hay alguna furgoneta vendiendo comestibles por el toque de la bocina”, señala Mari Luz, quien echa en falta las risas de los niños por las calles, el bullicio. Comenta que “la gente es muy mayor” y cuando cae el invierno se hace muy duro vivir en el pueblo porque "nadie sale de su casa".

Internet les ha dado la vida

Menos mal que disponen de un centro 'Guadalinfo' que les sirve para distraerse y enredar en las nuevas tecnologías.

Estos centros desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la despoblación pues ayudan a digitalizar los entornos rurales. A los mayores de Benitagla les ha dado la vida.

Mari Luz acude con asiduidad. En el Guadalinfo, Ana Navarro enseña a los vecinos a navegar por Internet y otras moderneces. “Les explico cómo manejar el smartphone para que puedan llamar a sus nietos e hijos”, señala Ana.

Pero también aprenden a realizar gestiones online como solicitar citas en el centro de salud. “Yo he podido consultar la declaración de la renta a través de los ordenadores del centro”, nos cuenta orgullosa esta vecina.

Hay quienes prefieren entretenerse y leer noticias de periódicos digitales o buscar recetas de cocina.

Así se vive en Benitagla, el pueblo que tarda nueve minutos en hacer el escrutinio electoral: tiene ventajas

Ana también les acompaña al cajero automático que instalaron hace poco en el municipio, y les indica cómo ingresar o sacar dinero. La provincia de Almería es pionera en España en la instalación de estos terminales en las poblaciones más chicas.

Eso entre semana. Cuando llega el domingo, toca ir a misa.

Faltan servicios básicos

Lo cierto es que en la iglesia hay más funerales que bautizos, y las últimas bodas que recuerda el alcalde, Juan Padilla, fueron la suya hace nada menos que 60 años y otra algo más reciente.

Tampoco mucho. “Creo recordar que se celebró hace 15”, apunta el regidor y candidato del PP a las elecciones municipales del 28 de mayo. A sus 83 años-le gusta recalcar que está a punto de cumplir 84, nada le frena. Lleva dieciséis al frente del consistorio y se ve con fuerzas para continuar muchos más.

Tiene vitalidad y salud. Ahora bien, mejor que nadie se ponga malo en el pueblo porque no hay médico.

El centro de salud más cercano se encuentra a media hora (Tabernas o Sorbas) y con complicaciones para llegar debido a que la carretera está llena de cuestas y curvas.

Menos mal que José Miguel Garrido, enfermero de urgencias del 061, tiene una casa en el pueblo y, a veces, los benitaglenses, le pillan por allí. Este sanitario nos explica que “cuando pasa algo y saben que estoy pues recurren a mi”. Reconoce que en caso de emergencia como puede ser un infarto “pocas posibilidades de supervivencia hay en la zona”.

Vida saludable en un entorno sin estrés

Pero no todo son inconvenientes por estar aislados. Ningún vecino se ha contagiado de coronavirus desde que comenzó la pandemia.

Más ventajas. En Benitagla hay tranquilidad, naturaleza, tierras de almendros y olivos, rutas senderistas que enamoran a los amantes del deporte al aire libre, una rica gastronomía y unos habitantes acogedores y serviciales. Todos se conocen. "Encima se puede teletrabajar", afirma Padilla.

¿Hay futuro?

Y, ahora surge una oportunidad. Se busca familia con niños para llevar el bar-tienda del municipio. “Nos vendría muy bien”, dice el alcalde. Si consiguen que cinco niños residan en el pueblo, se podrá entonces reabrir el colegio que tantos años lleva cerrado.

Benitagla no se rinde. Sigue luchando por su supervivencia.

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