Ciudadela de Jaca, misteriosa, imponente e inexpugnable excepto para los fantasmas

Ciudadela de Jaca, misteriosa, imponente e inexpugnable excepto para los fantasmas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Cuenta la historia que Antonio Pérez, secretario de Felipe II, huyó a Francia cuando perdió la confianza del rey y que allí, intentó convencer a los franceses para que invadieran España. En 1592, Felipe II, convencido de la deslealtad y traición de su antiguo secretario, quiso curarse en salud y ordenó la construcción de una fortaleza imponente e inexpugnable. Aquella fortaleza, con singular forma de estrella de cinco puntas, convertida en ciudadela capaz de albergar a toda una guarnición militar, estaba en Jaca, un lugar estratégico para frenar un posible ataque de los vecinos del norte de los Pirineos, un ataque que no llegó a producirse bajo su reinado.

Ciudadela de Jaca, misteriosa, imponente e inexpugnable excepto para los fantasmas

Curiosamente, aquella ciudadela mandada construir siglos atrás para defenderse de los franceses, fue ocupada por ellos en 1809 y allí se mantuvieron durante cinco largos años, llegando a albergar hasta 10.000 soldados de Napoleón cuando José Bonaparte estaba ya en retirada.

Fue en el verano de 1813, cuando los soldados españoles, bajo el mando del general Espoz y Mina, sitiaron la fortaleza impidiendo que los franceses pudieran recibir alimentos. Finalmente, los de Napoleón, tras aguantar largos meses de gélido invierno y sin apenas víveres, se rindieron el 17 de febrero de 1814. Las tropas españolas, les rindieron honores, les ofrecieron ropa y víveres y los escoltaron hasta la frontera, donde fueron intercambiados por españoles que habían sido hechos prisioneros por Francia.

Ciudadela de Jaca, misteriosa, imponente e inexpugnable excepto para los fantasmas

Esa espectacular Ciudadela de Jaca, Castillo de San Pedro según su nombre oficial, lo tiene todo para transportarnos en el tiempo: un foso inexpugnable habitado por hermosos ciervos que pastan libremente entre sus muros; un puente levadizo cuyas poleas y cadenas nos trasladan a épocas pasadas; un impresionante patio de armas testigo de luchas, rendiciones y hechos históricos; troneras habitadas por silenciosos cañones, polvorín, baluartes, camino de ronda donde casi se pueden escuchar los pasos de los soldados montando guardia, túneles que parecen llevar a misteriosos y secretos lugares, zona de acuartelamiento, una bellísima capilla de San Pedro y por tener, tiene incluso fantasmas.

Son muchos los militares y trabajadores del recinto los que aseguran que en una de sus galerías han podido ver al “asomao”, la silueta de un hombre que, con las manos apoyadas en la cristalera, mira fijamente hacia el patio. Algunos dicen que esa figura fantasmagórica se corresponde con don Juan de Velasco que, tras haber luchado en Flandes, fue el primer maestre de campo de la fortaleza y cuyo sepulcro fue descubierto hace unos años en la capilla del recinto.

Ciudadela de Jaca, misteriosa, imponente e inexpugnable excepto para los fantasmas

Pero, “el asomao” no es el único fantasma de esta Ciudadela que, además de fortaleza defensiva y acuartelamiento fue campo de concentración y campo de refugiados durante y después de la Guerra Civil, época en la que algunos sitúan otra figura espectral, la de un joven soldado que recorre los pasillos cargando una pesada mochila.

Figuras misteriosas e inquietantes que parecen ser las culpables de que trabajadores no salgan de su asombro al ver como hay luces se enciendan y apagan sin motivo, ordenadores que precisan de claves de acceso que se ponen en marcha de forma espontánea o que empiecen a circular, de manera inexplicable, trenes que llevan tiempo sin funcionar y que forman parte del Museo de Miniaturas Militares, un museo que cuenta con más de 35.000 soldaditos de plomo y en el que se recrean batallas históricas como Waterloo, tal vez en recuerdo de las tropas francesas que un día se rindieron después de haber ocupado esta singular fortaleza durante cuatro años.

Hoy, más de 430 años después de su construcción, la Ciudadela de Jaca sigue resultando fascinante por su aspecto imponente, su memoria de la historia y su halo de misterio.

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