El valle del silencio, donde incluso el arroyo baja callado

El valle del silencio, donde incluso el arroyo baja callado

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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El Valle del Silencio, de nombre evocador y paisaje grandioso, existe y se encuentra en lo más profundo de la comarca leonesa del Bierzo.

No muy lejos está Ponferrada, negra de carbón y ruidosa, pero en el Valle del Silencio, enmarcado en el entorno de Peñalba de Santiago y Montes de Valduerza, todo es quietud. Cuenta la leyenda que San Genadio acostumbraba a retirarse a una cueva que todavía existe, cercana a Peñalba de Santiago.

En medio de aquella quietud, un día, el murmullo de las aguas del río no le permitían concentrarse en sus oraciones por lo que golpeó fuertemente el suelo diciéndole “¡cállate!” y el río se calló y sus aguas bajaron silenciosas por el que hoy conocemos como Arroyo del Silencio y que da nombre al valle.

foto ana luisa

Cuentan que ese santo iba siempre acompañado de un unicornio que había encontrado en el bosque; que era santo al que le gustaba el ajedrez y que suyas fueron las figuras más antiguas de Europa y que se conocen como el Ajedrez de San Genadio.

Naturalmente, donde hay un santo hay un milagro y, por eso, todavía hoy, los vecinos de Peñalba, siguen extrayendo pequeños saquitos de tierra de la cueva en la que él se recogía y colgándoselos al cuello porque aseguran que cura la fiebre y los males de la piel.

Más allá del atractivo indiscutible para los amantes del senderismo y de quienes buscan el regalo de la tranquilidad silenciosa, los dos pueblos que sirven de apoyo al valle, son de una belleza indiscutible con sus casas apiñadas desafiando la crudeza y la soledad de los inviernos.

En Peñalba, la Iglesia de Santiago destaca por encima de los tejados de pizarra. Una iglesia con encanto y un halo de misterio porque aseguran que los dos petroglifos que guarda, son un culto al sol.

El día del solsticio de invierno, a las doce del mediodía, el sol pasa por el petroglifo situado sobre una ventana de la pared sur llamado “piedra de la cacería” y se refleja en el centro exacto de otro petroglifo que está en el interior de la iglesia, como un perfecto reloj solar y homenaje al astro rey

Tampoco se queda atrás Montes de Valduerza, con su impactante y bellísimo Monasterio de San Pedro, en vías de restauración y que fue fundado por otro santo, San Fructuoso.

Fotos: Luis Pérez Pujol

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