La natalidad, tabla de salvación para repoblar la España vaciada
Habría que volver a la tasa de natalidad de 1975 cuando nacían 2,8 niños por mujer. Incluso durante la Guerra Civil nacían más niños que en la actulidad
Madrid - Publicado el - Actualizado
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España ha ganado siete millones de habitantes en los últimos 18 años. Con este dato parece incongruente hablar de despoblación, de pueblos vacíos, de un país envejecido. Pero la realidad es una bofetada, es como si nos cayéramos de bruces en un mapa que cada vez tiene más espacio sin gente -o los pocos que quedan son muy mayores-, regiones con densidades de población que compiten en los ránking europeos con la Laponia Noruega.
Los últimos datos de Eurostat -la Oficina Europea de Estadísticas-, elaborados en 2016, cifran la densidad de España en su conjunto en 92 personas por kilómetro cuadrado, por debajo de la media de la UE, de 177 personas por kilómetro cuadrado, y de países como Alemania, con 233 personas por cada mil metros. Es especialmente llamativa la situación en las comunidades más afectadas por la despoblación, como Castilla y León, en donde ese índice europeo cae hasta 26,1 personas por kilómetro cuadrado.
A diciembre de 2019 (a la espera de los nuevos datos demográficos del primer semestre de 2020), en España éramos 47.100.396 habitantes que obtenemos de la suma de los 23.089.389 hombres más los 24.011.006 mujeres y los 5.023.279 extranjeros, según los datos de población del Instituto Nacional de Estadística. Más de 47 millones de habitantes que poblamos de manera muy desigual la vieja Península Ibérica (sin Portugal), aunque la expresión más correcta sería decir que vivimos, cada vez, más concentrados en unas pocas grandes urbes. El 60% de los municipios ha perdido población. Ya pocos nos preguntamos el porqué. Todos sabemos el motivo: la emigración de las personas que vive en zonas rurales hacia las grandes ciudades en busca de oportunidades que no tienen en sus pueblos de origen.
puedes ver la evolución entre 2017 y 2018
Soria y Teruel, existen, pero vaciados
Castilla y León y Castilla-La Mancha son las comunidades que más han sufrido este éxodo; 9 de cada 10 de municipios de Castilla y León han perdido gente. Soria ( en la comunidad castellanoleonesa) y Guadalajara ( en la castellanomanchega) son las dos provincias que mejor representan este problema. En 10 años, la primera ha pasado de tener 94 mil habitantes a 40 mil, o lo que es lo mismo ha perdido más de la mitad de su gente en apenas una década. Además, tienen los municipios con menor densidad de población y acaparan la lista de pueblos con menos habitantes. En el último año, las mayores pérdidas de población se han producido en Extremadura (–0,25%) con el descenso más acusado, el Principado de Asturias (–0,22%) y Castilla y León (–0,20%) y Galicia (-0,06%). No podemos perder de vista lo que ha ocurrido en las ciudades autónomas, Ceuta y Melilla han perdido, cada una, casi un 0,50% de su población en tan solo 12 meses, según los datos de población del Instituto Nacional de Estadística.
En el otro extremo, el año pasado las comunidades que más crecieron fueron las Islas Baleares, la Comunidad de Madrid y Canarias. Si nos remontamos más en el tiempo, desde 1971 hasta 2019, las comunidades que más población han ganado han sido Baleares (122,87%), Canarias (96,12%), Murcia (78,8%), Madrid (76,5%) y Comunidad Valenciana (61,6%). Mientras, han perdido población Castilla y León (un 9,75% menos), Extremadura (un 8,9% menos) o Asturias (un 2,82% menos).
Pero el verdadero éxodo, en especial de los más jóvenes en busca de un futuro, se produce hacia las grandes ciudades que, sin duda, son las más pobladas: Madrid con 3.266.126 ciudadanos, Barcelona cuenta con 1.636.762, Valencia con 794.288 o Zaragoza y Sevilla que se aproximan a los 700.000 vecinos.
El principal receptor de la migración interna es Madrid, según los datos de la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR). Esos datos señalan que entre 2013 y 2017 hubo 776.345 movimientos migratorios de larga distancia protagonizados por población nacida en España de 25 y 39 años, un flujo medio anual de 155.269 migraciones, el 80,7% dentro de los límites nacionales y un 19,3% con origen o destino hacia el extranjero. Un 38,7% de los movimientos interregionales, 48.505, llegan o parten de la Comunidad de Madrid, con 29.320 entradas al año, 19.185 salidas y un flujo neto positivo de 10.135 jóvenes, el más elevado de todo el conjunto nacional. El 35% de los inmigrantes, cerca de diez mil, provienen de Castilla-La Mancha y Castilla y León.
Más de mil pueblos con menos de cien habitantes
En España hay casi 1.500 pueblos que no llegan ni a 100 habitantes. En 2007, esta cifra no llegaba a mil localidades. El problema no es solo el número de personas que pierden, sino la edad de los que se marchan. Hay datos demoledores. Madrid y Barcelona reciben todos los años en torno a 100.000 personas menores de 20 años. Los pueblos pequeños ya se han vaciado y, lo que empieza a ser preocupante, también empiezan a vaciarse algunas capitales de provincia.
Pueblos como Benquerencia en Cáceres que solo cuenta con 60 vecinos o Aladrén en Zaragoza que apenas suma 47 habitantes, Cedillo de la Torre en Segovia que cuenta con 97 empadronados y en la misma provincia en Navares de Ayuso conviven 53 vecinos; en Cueva del Hierro en la provincia de Cuenca solo viven 34 personas hasta 59 encontramos en Pineda de Gigüela y en Cantabria, en Tresviso solo hay 70 personas.
Y si estos están casi vacíos, ¿qué podríamos decir de Illán de Vacas, en la provincia de Toledo, el pueblo más pequeño de España con tan solo 3 habitantes y los tres hombres? o ¿de Salcedillo en Teruel, situado a 1.100 metros de altitud, con 14 paisanos?
El número de jóvenes que se van a las grandes ciudades se cuenta por cientos de miles. Lo que significa que estos pueblos además de vaciarse, envejecen. En algunos directamente NO HAY NIÑOS. Hay más de mil pueblos en los que no vive ni un solo niño de entre 0 y 4 años. De esos, en más de 300 ningún vecino tiene menos de 20 años.
No nos diferenciamos mucho del resto de Europa. En 2018, casi la quinta parte (el 19 %) de la población de la UE tenía 65 años de edad o más. El porcentaje de personas de 80 años o más se duplicará con creces de aquí a 2100, hasta alcanzar el 14,6 % de la población total según datos de Eurostat que subraya el impacto del envejecimiento en las próximas décadas de la población dentro de la Unión Europea (UE). El descenso continuado de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida están transformando la forma de la pirámide de edad de la Unión, probablemente el cambio más importante será la acusada transición hacia una estructura de población mucho más envejecida, una evolución que ya se ha hecho patente en varios Estados miembros de la UE como puede ser España.
La baja tasa de Natalidad, un problema al que habrá que hacer frente
Una de las claves para luchar contra la despoblación es, sin duda, y como señala el director de la Fundación Renacimiento Demográfico, Alejandro Macarrón, a cope.es : la natalidad. "Uno de los grandes frentes que hay que tocar es la natalidad porque la inmigración es un solución parcial al problema de falta de natalidad, pero en ningún país ha detenido el envejecimiento de la población ni ha sido una solución suficiente. A nivel nacional necesitamos más natalidad".
Y, ¿por qué cada vez tenemos menos hijos? Alejandro Macarrón atribuye la decisión tanto a los hombres como a las mujeres. En ambos pesan igual las cuestiones económicas y laborales,y de otro tipo, que les llevan a tener pocos niños. "No solo es la mujer la que no quiere tener hijos, los hombres tampoco quieren tener hijos. Es una responsabilidad compartida. Es una sociedad pasada de materialismo; la economía es muy importante, pero si solo valoramos el dinero, tener hijos no compensa, ya que un hijo es una pésima inversión económica. Si eres mujer te puede frenar tu carrera profesional y te quita renta disponible. Pero si eres hombre ¡anda que no te cuesta dinero también su crianza!", subraya.
"Una sociedad que solo valore lo económico,no tendrá hijos" afirma Macarrón que no cree que el principal freno actual a tener más hijos sea cuestión de precariedad laboral. "Nuestros abuelos en situaciones más precarias tuvieron niños. Durante la Guerra Civil nacieron más niños que ahora. El peor año de la Guerra Civil es 1939, todos los niños que nacieron al final de la guerra fueron concebidos en el 39, y nacían más niños que ahora, cuando la población era de 25 millones. Eso da qué pensar, porque uno se imagina la España vencida y estaba triste y derrotada y la otra España, la triunfante, estaba igual de pobre. En 2018 en Galicia los nacimientos cayeron tanto como durante la Guerra Civil y no había guerra. Las cosas son complejas y las soluciones son complejas, pero lo que no vale es para hablar de la España vacía, omitir el tema de la natalidad".
Esto se ve claramente con ejemplos, "comparando las provincias de la España vacía: si uno compara Soria con Jaén; Jaén tiene mucha emigración, es de las provincias de las que más gente se va, pero han tenido mayor tasa de natalidad en los últimos 50 años, no ha perdido población y su población es más joven que la media nacional" destaca el director de la Fundación Renacimiento Demográfico que incide en datos como que "si se hubiera mantenido la tasa general de hijos por mujer que había cuando murió Franco, en 1975, que eran 2,8 hijos por mujer -que no es en absoluto una tasa de natalidad alta-, no habría perdido población ninguna provincia. Las familias hoy en día, de forma mayoritaria, serían de dos a tres hijos porque ahora no se muere ningún niño y la salud demográfica sería muy saludable para el país".
Con esa media de 2,8 hijos por mujer "podríamos tener un 60% de niños menos que antes para tener una buena salud demográfica. El problema es que tenemos un 80% menos de niños y eso genera un problema nacional, porque si una provincia tiene baja natalidad y alta emigración, muere".
Perspectivas de futuro
El envejecimiento de la población, la dispersión de los vecinos, el cierre de muchos pequeños ambulatorios y centros de servicios médicos, los patios de los colegios sin su bullicio implícito, la falta de oportunidades profesionales, el cierre de los negocios... incluso de algunos tan significativos como los bares. Un negocio que está casi en nuestro ADN. Ese bar de toda la vida donde tomarte el café, jugar la partida, ver el fútbol, el bar en el que compartes tus alegría y cuentas tus penas para que sean menos, esos también desaparecen. En España, se están cerrando en torno a 2.000 / 3.000 bares por año. Y ¿dónde? Sí, en las dos Castillas, Extremadura y otras zonas como Teruel y Soria.
¿Qué perspectivas de futuro hay? Todo pasará por un verdadero pacto de Estado para reconocer el problema.Tomar medidas para invertir, cambiar el concepto España Vaciada por la España de las oportunidades, restablecer servicios como por ejemplo, el sanitario, la educación... y fundamental... ser críticos, exigentes y estar concienciados con la despoblación.
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