El día que la URSS boicoteó los Juegos Olímpicos: "Los Ángeles 84 representan un conflicto político"

En 1984 la Unión Soviética lideró un sabotaje al evento de Los Ángeles como respuesta al recibido cuatro años antes, organizando unas contraolimpiadas llamadas Juegos de la Amistad

La bandera rusa ondeando junto a la olímpica

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

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Los Juegos Olímpicos representan un espacio donde priman la concordia, la cordialidad y, por supuesto, la deportividad. Es la cita estrella del deporte, en la que la competencia sana entre los mejores atletas alimenta el 'espíritu olímpico' con el que fueron concebidos desde su primera y lejana edición.

Sin embargo, aunque hoy en día pueda llegar a ocurrir algún que otro malentendido anecdótico, hubo un tiempo no muy lejano donde la política internacional se adueñó de una competición que, a pesar de tratar de ser equidistante, terminó dividiendo el mundo según la visión de los grandes bloques económicos: el capitalismo y el socialismo-comunismo.

Ocurrió a finales de la década de los 70 y principios de la de los 80, en un contexto internacional marcado por las tensiones de la Guerra Fría, que por aquellos años estababa muy latente.

Las diferencias a nivel de pensamiento entre dos de las 'superpotencias' del mundo, Estados Unidos y la Unión Soviética, estaban alimentando una competitividad que se desplazó a todos los ámbitos imaginables, como bien demuestra la 'carrera espacial' ocurrida durante los años anteriores.

Por ello, no es de extrañar que esta competencia se terminase desplazando también al deporte, lo que inevitablemente afectó a las competiciones entre naciones, como bien se vio en el caso del boicot soviético a los Juegos de Los Ángeles 1984, con la contraprogramación de los curiosos 'Juegos de la Amistad' incluída.

Pero para entender lo ocurrido en los Juegos de Los Ángeles, primero se debe rebobinar cuatro años, concretamente a la cita anterior, la de Moscú 1980. En aquellos años la URSS, que venía de dominar las dos citas anteriores (Múnich 72 y Montreal 76), había invadido Afganistán para participar de forma activa en el conflicto armado del país en apoyo a las fuerzas comunistas.

A modo de protesta, los Estados Unidos plantearon un sabotaje a los juegos de 1980, que se celebraban en Moscú, como una protesta activa cargada de un gran simbolismo. Junto con los nortamericanos, otros 66 países decidieron no participar en la cita olímpica, aunque no todos ellos por alinearse con la postura norteameticana, algo que no impidió que algunos atletas participaran igualmente en la cita pero bajo la bandera de la competición, en lugar de hacerlo bajo la de su nación.

Por ello, en los Olímpicos de 1980, terminaron participando solo 80 países, la mayoría partidarios de la ideología soviética, estados satélites u otros menos posicionados entre los bloques existentes.

La respuesta soviética

El boicot obtuvo cierta repercusión, pero a la URSS no pareció importarle demasiado, monopolizando el medallero con 195 metales en ausencia de un competidor real.

Sin embargo, la verdadera respuesta soviética tardaría cuatro años en llegar, cuando el destino quiso que la siguiente cita olímpica se selebrase en Los Ángeles 1984. Se lo habían dejado en bandeja.

Bajo la excusa del complot organizado por el bloque liderado por los estadounidenses, la Unión Soviética, junto con sus aliados y simpatizantes, decidieron no solo hacer lo mismo, si no llevarlo un poco más allá.

Así, hace 37 años, el 8 de mayo de 1984, notificaron sus intenciones de cara a la cita deportiva. Con la excusa de que, según ellos, el gobierno de Ronald Reagan no podía garantizar la seguridad de los atletas soviétivos y argumentando también que los norteamericanos estaban en contacto con organizaciones extremistas contrarias al bloque social-comunista, emitieron un comunicado confirmando su no asistencia a la cita de Los Ángeles.

Un argumento que no se creyó el Comité Olímpico Internacional, ya presidido por el español Juan Antonio Samaranch, que declaró convencido que "el único problema de Los Ángeles 84 es que representan un conflicto político", alejando así los fantasmas relacionados con la seguridad invocados desde la URSS. A pesar de esto, el COI poco o nada pudo hacer para evitar el boicot.

Tras ellos, otros 14 países decidieron no acudir a la cita, la mayoría de ellos estados satélites o partidarios de la ideología comunista, como Alemania del Este, Corea del Norte o Cuba, aunque también tomaron esta decisión otros como Irán o Albania motivados por razones políticas ajenas al conflicto soviético-americano.

El proyecto de los Juegos de la Amistad

Pero esto no era suficiente para la URSS, que quiso llevar las diferencias políticas más allá, contraprogramando los conocidos como Juegos de la Amistad, una competición prácticamente igual a las olimpiadas en la que participaron 48 países y unos 2.500 atletas, algunos de ellos presentes también en la cita angelina.

Estados Unidos, por su parte, trató de quitarle importancia al asunto, asegurando que la ausencia soviética en suelo americano se debía al temor de la potencia comunista de que sus atletas desertaran al apreciar las libertades de las que eran privados en su nación de origen.

Tratando de imitar el sentimiento y los valores olímpicos, la URSS puso en marcha los Juegos de la Amistad, que se celebraron del 2 de julio al 16 de septiembre. Como particularidad, este evento fue más extenso que la cita original -a pesar de tener un calendario más reducido- y no estuvo concentrado en una única sede, si no que cada prueba se realizaba en una ciudad diferente del bloque socialista.

Pese a los esfuerzos de Juan Antonio Samaranch por convencer a los países implicados, la cita, que según los soviéticos no pretendía sustituir a los Juegos Olímpicos, se llevó a cabo igualmente bajo un ambiente de improvisación constante.

La URSS arrasó en el medallero -como no podía ser de otro modo- con más de 120 oros, al igual que hizo EE. UU. en la competición oficial, pero lo cierto es que lo único que demostraron ambas naciones es lo lejos que podía llegar su competitividad y su 'guerra' por el dominio de todas las disciplinas.

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