Madrid - Publicado el - Actualizado
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El hallazgo del cronómetro marino, al que el británico dedicó gran parte de su vida, impulsó las rutas transatlánticas al permitir a los barcos no desviarse del rumbo exacto
Este 3 de abril se cumplen 325 años del nacimiento, en 1693, del relojero inglés John Harrison, célebre por resolver el 'problema de la longitud' con el primer cronómetro marino de alta precisión.
Determinar la longitud en tierra era relativamente fácil en comparación con la tarea que había que hacer en el mar. Para intentar conocer la longitud, los primeros navegantes tenían que basarse en la navegación por estima, un sistema muy poco preciso en viajes largos y sin tierra a la vista, lo cual era bastante peligroso. El problema se convirtió en fundamental para la consolidación de los imperios marítimos a partir del siglo XVI.
A principios del siglo XVIII y en competencia con otras propuestas de base astronómica, Harrison propuso usar un reloj mecánico capaz de mantener la hora correcta de un lugar de referencia para llevarlo a bordo de un barco. De esa forma se podría ser capaz de determinar la longitud con exactitud cuando se han recorrido largas distancias. John Harrison, que resolvió el problema de la longitud, nació hace 325 años.
A lo largo de más de 30 años, Harrison construyó cinco cronómetros, dos de los cuales fueron probados en el mar. Su primer modelo, el H-1, no fue probado en las condiciones requeridas por la Junta de Longitud birtánica. En cambio, realizó pruebas con el Almirantazgo en un viaje de ida y vuelta a Lisboa, informa Wikipedia.
El reloj se comportó de manera excelente, pero el perfeccionismo de Harrison le impidió enviarlo a la prueba obligatoria en un viaje hasta las Indias Occidentales. En su lugar, se embarcó en la construcción del H-2. Este cronómetro nunca fue probado en el mar, y fue seguido inmediatamente por el H-3. No satisfecho todavía con su trabajo, Harrison produjo el H-4, que superó las pruebas en el mar y cumplió todos los requisitos para el Premio de la Longitud, instituido para el científico que solucionara la cuestión. Sin embargo, se pusieron objeciones al estricto cumplimiento de algunas de las condiciones del concurso, y no fue galardonado con el premio, viéndose obligado a luchar por su recompensa.
Aunque el Parlamento Británico finalmente le recompensó por su cronómetro marino H5 en 1773, el uso de sus cronómetros tardó mucho en generalizarse. Desarrollos posteriores como los cronómetros de Thomas Earnshaw eran adecuados para el uso náutico general hacia el final del siglo XVII, pero continuaban siendo muy caros y el método de las distancias lunares se siguió utilizando durante varios decenios.