América primero

La decisión de Estados Unidos de retirarse del Consejo de Naciones Unidas para los Derechos Humanos no ha sorprendido a nadie, dados los precedentes de una línea de política exterior basada en la promesa electoral de “América primero” que Donald Trump viene cumpliendo a rajatabla. Ya no se trata de abandonar los compromisos contraídos por anteriores administraciones como el acuerdo con Irán, el Pacto mundial de París sobre el clima o los tratados de libre comercio. Con su apoyo a ultranza a Israel, Trump da un nuevo paso en su aventurada política internacional que pone en jaque la posibilidad de alcanzar la paz en el Cercano Oriente, de la que depende buena parte de la estabilidad mundial.

La razón aducida Estados Unidos para abandonar la Comisión ha sido la reiterada condena de las violaciones de los derechos del pueblo palestino por Israel. En realidad los vetos de Estados Unidos han impedido desde hace tiempo cualquier actuación de la ONU en el conflicto. En este sentido, la presencia norteamericana en la Comisión de Derechos Humanos se había convertido en un contrasentido que también se puso ya de manifiesto con su política migratoria. El problema de fondo es la profunda desconfianza que empieza a suscitar la primera potencia del mundo en su función fundamental de equilibrio en las relaciones internacionales. Habrá que acostumbrarse a esta nueva incertidumbre que sobreviene en un momento en que el mundo tiene cada vez más necesidad de un liderazgo político y moral que Trump ha decidido eludir.