En busca del bien común

Con la anunciada huelga general de hoy, es de temer una vuelta de tuerca en la vorágine que ha fracturado a la sociedad catalana por la ceguera ideológica de sus gobernantes. No es ésta la mejor manera de tender puentes para un diálogo que debiera iniciarse sin demora para evitar males mayores, y que necesitará un clima de serenidad para desenvolverse. Por dolorosa que haya sido la jornada del 1º de octubre, lo exigible ahora es dedicar un tiempo de reflexión al objeto de ver la realidad con un mínimo de serenidad.

Lo deseable es no caer en la tentación de calentar aún más los ánimos, como al parecer se propone el presidente Puigdemont, si finalmente lleva al Parlament la declaración unilateral de independencia. A partir de ahí, la respuesta inmediata por parte del Estado sería la suspensión de todas las funciones del Gobierno catalán.

Es urgente abrir un paréntesis en el calendario a fin de explorar las posibilidades que ofrece la ley para un diálogo que permita reconducir la situación. Es verdad que en estos momentos parece una tarea imposible, pero la política, que en definitiva es el arte de lo posible, tiene recursos suficientes para mirar el futuro con esperanza. Para ello hace falta que todos los partidos que defienden la Constitución sepan mantenerse unidos y que los secesionistas reconozcan que están en un callejón sin salida. Queda tiempo, aunque poco, para afirmar el bien común.