¿Hay salida digna para el nacionalismo moderado?

Bastó la convocatoria de un consejo extraordinario para el traslado de su sede social fuera de Cataluña, para que se produjera un fuerte repunte en Bolsa del Banco Sabadell. En el punto de mira está ahora Caixabank, ante un dilema similar. La independencia es una hipótesis muy improbable, pero el dinero huye de la inestabilidad política. Los datos del CIS difundidos ayer, a partir de encuestas en septiembre, muestran que el tema catalán era solo la octava preocupación de los españoles, pese a acaparar ya entonces la atención informativa. Hoy seguramente ocuparía el primer puesto, también en la propia Cataluña. También en sectores políticos que irresponsablemente han promovido o consentido que el desafío soberanista haya llegado tan lejos y ahora se asustan del ambiente prerrevolucionario que por momentos se palpa en la calle.

Antiguos convergentes comienzan a buscar, a la desesperada, una salida digna que les permita lavar la cara, incluidas mediaciones inverosímiles. No va a ser tan fácil. A estas alturas ya solo una refundación, una más, podrá salvar al nacionalismo moderado de quedar definitivamente borrado del mapa.