Los pobres no pueden esperar

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, el Papa Francisco ha remitido una carta al Director General de la FAO en la que pone de manifiesto que cada vez son más quienes, por desgracia, no tienen nada, o casi nada, que llevarse a la boca. Es necesario, como subraya el Papa con palabras de la Encíclica Laudato Si, que nos atrevamos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y que así reconozcamos cuál es la contribución que cada uno puede aportar. Todos estamos invitados, y en especial la FAO, a redoblar nuestro ardor para que a nadie le falte el alimento necesario, ni en cantidad ni en calidad. No sirven pomposas declaraciones, la lucha contra esta lacra exige acciones concretas y voluntad política, que el Papa reclama y echa en falta en la carta.

Los pobres no pueden esperar. Se requiere una acción urgente y coordinada que coloque en el centro el bien integral de la persona, y quiera para los demás lo que deseamos para nosotros mismos. La Iglesia católica, en el ejercicio de la misión que le es propia, batalla cotidianamente en el mundo entero contra el hambre y la malnutrición, y tiende la mano para que otros se sumen a esta tarea de justicia. Los que padecen la miseria no son distintos a nosotros. Tienen nuestra misma carne y sangre, y merecen una mano amiga que los socorra y favorezca, para que nadie quede rezagado y la fraternidad tome carta de ciudadanía y sea algo más que un eslogan llamativo y sin consistencia real.

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