El Papa no elude los asuntos calientes

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La visita del Papa a las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, culminó anoche con la rueda de prensa a bordo del avión que lo llevaba de regreso a Roma. El interés de los periodistas no se centró en el significado de este viaje a los tres pequeños países que sufrieron la opresión de las dictaduras nazi y soviética, con duras secuelas que aún siguen presentes. Se esperaba un pronunciamiento del Papa sobre el reciente acuerdo del Vaticano con China, sobre el que Francisco asumió toda la responsabilidad. Rindió homenaje a la fe martirial de los católicos chinos, y explicó que habrá un diálogo sobre los candidatos al episcopado (como ha sucedido en tantos países a lo largo de la historia), pero dejando claro que quien nombra es el Papa.

El otro gran tema de atención fue el de los abusos sexuales protagonizados por eclesiásticos. El Papa ya lo había abordado en su encuentro con los jóvenes estonios, y dejó bien sentada su postura de condena radical a este crimen “monstruoso”, incluso en el supuesto de que lo hubiera cometido un solo sacerdote. También reiteró que jamás ha aceptado una petición de gracia en relación con los abusos que han sido condenados, porque en esto no cabe negociación. Si en el pasado, de acuerdo con la costumbre de la época, se solían ocultar estos crímenes, que además son gravísimos pecados contra la Ley de Dios, hoy la Iglesia apuesta totalmente por la transparencia y pone todo su empeño en que no vuelvan a suceder. Así lo demuestran los datos el tan aireado Informe del Gran Jurado de Pensilvania, aunque casi nadie lo haya subrayado.

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