El Reino Unido pierde
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta noche se vota en la Cámara de los Comunes el acuerdo de retirada del Reino Unido de la Unión Europea. Sea cual sea el resultado, será un mal resultado. Son las consecuencias de una nacionalismo excluyente que llevó a Cameron a convocar un referéndum inconveniente que los políticos británicos no han sabido ni han querido corregir. En el caso muy improbable de que Theresa May consiga el apoyo suficiente para el acuerdo, quedaría sancionada la fórmula de salida. Más adelante habría que precisar cuestiones esenciales como el estatus definitivo de Irlanda del Norte, pero al menos sabríamos a qué atenernos.
Una derrota rotunda de May, muy posible, obligaría a la primera ministra a presentar un plan B en pocas horas. Y en realidad no hay alternativa. Podría acabar todo en un Brexit duro, que es el que desean los euroescépticos más recalcitrantes como Boris Johnson, y que aumentaría los efectos negativos en la economía británica. Otra posibilidad es que el rechazo de los Comunes provoque una prórroga de la fecha de salida, de marzo a junio, y un nuevo referéndum. En ese caso se abriría la posibilidad remota de una marcha atrás.
En cualquier caso todos los escenarios apuntan a un proceso que puede fracturar aún más a los británicos y que puede seguir dañando su bienestar. Hay un viejo principio que en este caso conviene recordar: la unidad es siempre mejor que la fragmentación.