Línea Editorial COPE: Lo que queda de los ideales del barón de Coubertin

Una ceremonia inaugural que se espera impresionante da el pistoletazo de salida a los Juegos Olímpicos de París. La capital francesa vuelve a acoger este evento 124 años después. En 1900 se celebraron aquí los segundos juegos de la era moderna, impregnados del ideal de fraternidad universal. Francia, cuna de aquel movimiento, ha planteado un cierto regreso a aquel ideal, con unos Juegos sobrios y respetuosos con el medio ambiente. Frente a los cerca de 15.000 millones de euros que costaron Tokio, Atenas o Londres, París planteó un presupuesto de menos de 5.000 millones, que, sin embargo, se han disparado a 9.000 y se espera que sobrepasen los 10.000 millones de euros. Tampoco llegan los Juegos en el mejor momento de relaciones internacionales.

Las tensiones se reflejan en el veto a Rusia y Bielorrusia, o las alertas de seguridad en torno a los deportistas de Israel. No es fácil conciliar este contexto de espectáculo mediático y tensiones geopolíticas con la celebración del deporte en todas sus disciplinas, muchas de las cuales, en países como Francia o España, solo en los últimos años han empezado a contar con políticas serias y estables de apoyo a deportistas que, hasta hace poco, se costeaban la preparación de las Olimpiadas de su propio bolsillo. Durante 17 días, serán el centro del mundo. Desde España se seguirá con especial atención la actuación de las jugadoras de fútbol o de la pareja Nadal-Alcaraz. Historias similares se encuentran en cada uno de los 204 países participantes, donde se vivirán la competición con una ilusión que induce a pensar que, después de todo, algo queda de los ideales del barón de Coubertin