El día que la Expo'92 nos cambió la vida a los españoles

18 millones de visitantes, 55.000 actuaciones culturales durante 6 meses de los que Luis, Ángel, Alejandro y Lina guardan sus mejores recuerdos

Entrada para acceder a la exposición de Sevilla, con el logo de la misma en la parte superior.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

18 millones de visitantes, 55.000 actuaciones culturales, 6 meses de locura y de intenso trabajo. Cifras que pusieron a Sevilla' 92 en el centro del mundo. Esta es la historia de Luis, Ángel, Alejandro y Lina, cuatro personas a las que la Expo les cambió la vida. 

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LUIS GRESA  “Gracias a la Expo conocí a mi mujer y me quedé a vivir en Sevilla”

Luis en la Expo

Este aragonés de 51 años no se imaginaba que una simple rueda de prensa marcaría un antes y un después. Y es que Luis se hizo sevillano con la Exposición Universal Sevilla’92.

Trabajaba en la agencia de noticias Lid como periodista en prácticas, cuando Manu Leguineche le envió a Sevilla a cubrir la presentación del plan director de la Expo.  Era la primera vez que Luis cogía un avión y aquella experiencia, unida a su juventud y a todo lo que le contaron, le marcó tanto que decidió que quería trabajar en la muestra a toda costa.

A base de esfuerzo, acabó siendo el jefe de prensa del Pabellón de Aragón y recibiendo a líderes mundiales. Hoy, Luis reconoce que no tenía la experiencia necesaria, ni él ni nadie, para tratar con jefes de Estado, príncipes y todo tipo de personalidades.

Su ‘enamoramiento’ de la Expo le llevó a ponerse una camiseta de Sevilla’92 en una escapada a Turquía, incluso años antes de que se celebrase la muestra. En aquel viaje del 89, una sevillana se fijó en la camiseta. Hoy en día es su mujer. “Ella ni sabía qué era la Expo y yo sé lo expliqué”,cuenta Luis, que todavía se emociona recordando todo lo que le debe a la exposición.

Tras la Expo se casaron y Luis tomó la decisión de quedarse a vivir en Sevilla. Su familia se echó las manos a la cabeza. Aunque reconoce que el 93 fue un año complicado, un año de incertidumbres, no se arrepiente de la decisión que tomó.

Hoy en día, Luis está muy orgulloso de sus tres hijos sevillanos, y cada día, cuando pasa por el puente de la Barqueta para ir a su puesto de trabajo como jefe de Prensa de la delegación territorial de la ONCE en Andalucía, mira de reojo a La Cartuja y tiene un recuerdo para aquellos meses que cambiaron su vida.

ÁNGEL ARAMBURU "Aquello en los 90 era una innovación"

Pabellones de la Expo

Con apenas 12 años, Ángel tuvo la suerte de que sus padres decidieran que aquel acontecimiento era único y había que vivirlo intensamente.  Compraron un pase para toda la muestra.

Ángel pasó todo el verano del 92 asistiendo a espectáculos y visitando pabellones.  “Fueron seis meses de frenesí, aquello era un no parar”, explica.

Además de conocer el mundo gracias a la Expo, recuerda que pudo probar muchísimas comidas diferentes en sus restaurantes internacionales, algo que en la España de los 90 era una verdadera innovación.  Y sobre todo, el espectáculo del Lago. “Aquello era en los 90 impensable, los láser, los fuegos artificiales, las pantallas…”.

Vista de la Expo desde el Lago

Tanto le marcó a Ángel la Expo, que con los años decidió crear una página web en su homenaje. Poco a poco, aquel proyecto fue creciendo y se convirtió en lo que hoy es la Asociación Legado Expo Sevilla.  Son los encargados de organizar junto a las instituciones los actos conmemorativos del 25 aniversario.

ALEJANDRO RICO “Tengo 100 curros a la venta por 450 euros”

Balancines de Curro

Curro fue la popular mascota de la Expo’ 92. Alejandro era también un niño cuando su padre, que regenta una tienda de compra–venta de artículos, Romano Antigüedades, decidió hacerse, tras la finalización de la muestra, con un lote de artículos en las muchas subastas que hubo.

‘Los Curros’ de Alejandro realmente son los balancines que inundaron La Cartuja e hicieron las delicias de los niños.  Actualmente, se venden a 450 euros, y “se venden poco a poco a un ritmo constante”. De 300 Curros, 25 años después les quedan solo 100.

Más balancines

No es el único artículo de la Expo que se puede comprar en el establecimiento. Además tienen dinosaurios, matrículas de coche conmemorativas y las botellas tamaño XXL que se instalaban en los paseos para marcar el pase de los desfiles.

LINA ÁVILA “ 25 años después, conservo el uniforme en un cajón”

Lina a la entrada de la Expo

Lina iba vestida a diario con el uniforme más popular de la Expo, el de asistente de público con la bandera de España hecha camisa.  25 años después, lo conserva guardado en un cajón en perfecto estado.

En cuanto supo de la existencia del proyecto, esta sevillana, hizo todo lo posible por formar parte de él. Tras pasar distintas pruebas, cribas, y cursos de formación de varios meses, fue elegida para estar en el Lago. Lina recuerda con simpatía las carreras de la gente al abrir las puertas para ir a hacer cola a los distintos pabellones.

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El caso de Lina fue una excepción, superaba los veintitantos años, límite de edad para su puesto de trabajo y ya entonces era madre de tres hijos. “Fue suerte o destino el poder estar allí”.

A pesar del esfuerzo, el trabajo, la rectitud, y el calor, Lina destaca la vivencia y la oportunidad de pasar 6 meses conociendo a gente de todo el mundo.

Lina trabajando

Si tuviera que destacar un día, Lina recuerda perfectamente el último. Todos los trabajadores decidieron quedarse hasta las 12 de la noche con su uniforme puesto, a pesar de que hubiera acabado su turno, y se fundieron en un gran abrazo.

Tras la Expo, les quedó como una sensación de depresión y vacío. Lina tuvo que tomarse incluso unos meses de descanso antes de volver a su empresa.

Todavía hoy, mantiene el contacto con algunos compañeros, los que residen en Sevilla, y se reúnen de vez en cuando para echar la vista atrás y recordar esos meses de convivencia tan intensa.

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