El semáforo de los alimentos: investigadores españoles descubren la forma de saber si la carne o el pescado están en mal estado
Un grupo de un grupo de investigadores ha ideado un sensor equivalente a la fecha de caducidad incluida en las etiquetas de los alimentos. En COPE te contamos cómo funciona
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Es más normal de lo que tú mismo imaginas. ¿Cuántas veces has ido a la nevera y has visto ese tupper que te preparó tu madre? Lleva varios días ahí, lo abres y tiene buen aspecto y buen olor. Y decides comértelo. Podría ser, sin que tú mismo te hayas dado cuenta, una invitación a la salmonela.
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Hablemos también de los yogures o los batidos. Sabes que ha pasado la fecha de caducidad, pero piensas: “Está cerrado, es imposible que esté malo”. Lo mismo puede ocurrir con otros tantos alimentos. Saber cuándo debemos (o no) tomarlos es fundamental para evitar más de un susto.
Según la última encuesta de hábitos de consumo, el 65% de los españoles reconoce que consume productos una vez pasada la fecha de caducidad. También es significativo que un 45% admite que no entiende muy bien cuál es la diferencia entre la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente, es decir, casi la mitad de la población española.
¿Qué diferencia hay entre la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente?
Se trata de la primera cuestión que debemos resolver. La fecha de consumo preferente indica el momento hasta el que un alimento en particular conserva su calidad. Es decir, que puede consumirse de forma segura después de esa fecha siempre y cuando se hayan respetado las condiciones de conservación y el envase no esté dañado.
Es posible que el producto haya perdido algo de sabor y textura porque su calidad empieza a decaer. Esta es la fecha que aparece normalmente en todos aquellos alimentos refrigerados y congelados, además de otros como los productos en lata o el chocolate.
La fecha de caducidad, por su parte, indica el momento en el que ese alimento puede dejar de consumirse de forma segura. Si superamos esa fecha, no debemos consumirlo. Esta fecha se incluye normalmente en alimentos perecederos como pueden ser el pescado o la carne, que sí son potencialmente peligrosos y pasada esa fecha pueden ponerse en mal estado.
¿Un sensor para detectar el mal estado de los alimentos?
Parece que es ese momento que tantas veces hemos estado esperando. Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Alicante ha ideado un sensor capaz de detectar el estado de los alimentos y en función de si están frescos o no, cambia de color.
¿En qué consiste? Básicamente es una película muy fina que se coloca dentro el envase y funciona prácticamente como un semáforo, pero el código de colores es al revés. Si es de color rojo, se puede consumir, pero si se pone de color verde sería mejor evitarlo.
Mari Carmen Garrigós es una de esas investigadores y ha tardado tres años en dar con este hallazgo. Se trata de un descubrimiento desarrollado a partir de una serie de sustancias naturales que pueden cambiar “con el TH, también incluso alguna de ellas con la temperatura, de manera que si se rompiera la cadena de frío, también nos lo indicaría”.
Unos sensores que, además, están hechos con la cáscara y la pulpa de la naranja sanguina, muy abundante en Alicante y también con el tallo y la piel de las remolachas. Un sistema que, en cualquier caso, nunca sustituirá a la fecha de caducidad, es decir, que sea complementario.
De hecho, este sistema también podría detectar si la cadena de frío se ha roto en algún descuido que hayamos tenido. Por ejemplo, si nos hemos dejado el pescado o la carne más tiempo de lo debido en el coche y se ha echado a perder. Y es que pese a que la fecha de caducidad nos indica si podemos consumirlo, este sensor nos permitiría saber si estamos ante un posible dolor de estómago (o no).