Las diez horas que sobrecogieron la casa de Raphael: un secuestro y un tiroteo con la Guardia Civil
La familia del cantante vivió una jornada angustiosa hace más de 30 años en un episodio en Boadilla del Monte que muy pocos recuerdan
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A la 1 de la madrugada del 29 de mayo de 1979 el cantante Raphael se encontraba en América realizando una gira de conciertos, cuando acababa de cumplir 36 años. A miles de kilómetros de donde la voz del cantante de Linares levantaba pasiones se encontraba su esposa con sus tres hijos. Ambos dormían apaciblemente en su casa de Boadilla del Monte, conocida como 'Los Martos', en la urbanización de lujo conocida como Montepríncipe.
Dentro, además de Natalia Figueroa y sus hijos, dormían la sirvienta, el chófer, su esposa y un gran danés. Pasada la medianoche un Seat 1.500 entró en la urbanización de casas buscando el domicilio que estaba al fondo, la casa de uno de los artistas más famosos del país. En él viajaban tres hombres. Dos de ellos se bajaron y dieron la vuelta a una casa a simple vista inexpugnable, pero que guardaba un punto flaco en la parte trasera. El otro quedó esperando dentro del vehículo.
Un secuestro de diez horas
Los dos asaltantes entraron con sacos y armados con pistolas. Tal y como relatan las crónicas de la época, los ladrones iban decididos a secuestrar a la mujer de Raphael mientras realizaban un saqueo sin prisas del domicilio, a pesar de contar con hasta 7 personas dentro. Se lanzaron a por todo lo de valor que encontraron: objetos artísticos, iconos y, sobre todo, cuadros. No obstante, el domicilio familiar Los Martos no era el único objetivo del atraco.
Los dos asaltantes aprovecharon que tenían retenida Natalia Figueroa para secuestrarla durante cuatro horas más: el plan era sacarla de la casa y entrar con ella a la casa de los condes de Ramones, tíos carnales de la mujer de Raphael. La llevaron a punta de pistola hasta uno de los vehículos familiares, un Ford Fiesta, mientras el tercero de la banda les seguía en el Seat 1.500 que llevaba seis horas aparcado en la entrada.
Cuando llegaron a la casa de los familiares de Natalia sólo habían tenido que superar la mirada contemplativa de los guardeses de Montepríncipe, que no vieron nada raro en que la dueña de Los Martos abandonase su casa con otros dos hombres a las 7 de la mañana. Más perspicaz estuvo la doncella de los condes, que sí vio algo raro en la llegada de la sobrina. Preguntó el motivo de la visita y, según recogía Europa Press hace más de 40 años, la frase de Figueroa fue: “Necesito ver urgentemente a mi tía”. El saqueo se repitió de nuevo y duró unas pocas horas más. Mientras, en casa de Los Martos comenzaba a sembrar la duda, porque la dueña había abandonado la residencia sin dar explicaciones.
No obstante, los secuestradores nunca pidieron un rescate por la madre de los tres hijos del cantante, se limitaron a abandonarla en el primer cruce que encontraron al salir del palacio de los condes, en Puerta de Hierro.
Un tiroteo con la Guardia Civil
Tan fácil le supuso a los tres asaltantes dejar a Natalia Figueroa en medio de la calle como difícil fue para los agentes de la benemérita dar con su paradero. De hecho, no fue hasta varios meses después, en julio, que localizaron a uno de los sospechosos: Alberto Nestares, de 44 años. La Guardia Civil le hizo un seguimiento que duró hasta el 3 de agosto, día en el que, de madrugada, los agentes trataron de detenerle cuando estaba dentro de su furgoneta frente a la finca número 20, de la calle de Maldonado.
Pero Nestares no se iría detenido sin mostrar pelea. Respondió al alto de la autoridad con disparos, provocando un tiroteo que pudo escucharse en todo el vecindario. Junto a otro sospechoso Nestares emprendió una huida fallida en la que terminó siendo arrestado después de recibir heridas leves en la ceja y hombro derecho. El otro acompañante de la furgoneta consiguió escapar. Resultaría clave lo que encontraron dentro del vehículo: heroína, hachís y cuadros que coincidían con la descripción de los que habían sido sustraídos de Los Martos. Raphael sólo tuvo que acercarse hasta el cuartel donde tenían guardadas las pruebas para corroborar que se trataba de las mismas obras de arte que le habían robado a él mismo y a su familia política en el mes de mayo anterior.