8ª VIRGEN DE LOS LLANOS

Excesos en el adiós del Juli con Daniel Ruiz en cartel de “no hay billetes” en Albacete

Tres orejas de El Juli en su despedida de Albacete por dos de Roca con el que comparte Puerta Grande. Un trofeo para Paco Ureña.

El Juli y Roca Rey en su salida a hombros este viernes en Albacete

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El viernes ferial con la despedía de “El Juli”, la primera corrida de Daniel Ruiz sin el patriarca que está en los Cielos, uniendo a un Ureña que quiso reeditar el triunfo ofrendado a Dámaso, formaban un cóctel perfecto para que subiese el combinado a quien se lo tomase. Y Roca Rey haciendo de barman con espectáculo y efecto llamada para que la taquilla rebosase, colocando el “no hay billetes” pese a la amenaza de lluvia. Así que llegaron dos puertas grandes para Julián y Andrés con un Ureña que intentó meter, sin éxito, la pierna para que no se cerrase el portón del triunfo. Una octava de abono tan ferial como desmedida, con toreo y toros bajos mínimos.

“El Juli” recogió una placa conmemorativa de la efeméride de su despedida en el coso de la calle Feria y luego poco pudo hacer ante un “Jandilla” flojo y anodino en el peto y protestón en banderillas. En la muleta, empezó sobrado Julián, tanto que parecía una lucha desigual. Lo llevó donde quiso hasta donde le apetecía pero a media altura y terminando por alto. Al natural, serie corta enfibrado pero breve. Tirando líneas y el público totalmente entregado en una labor con auge. Una más a pies juntos pero al hilo, con superioridad, y sin nada de toreo fundamental. Otra más con un público que jaleó los pases en redondo como si fuera lo máximo, cuando no lo fue. Mató de estocada trasera y un punto caída. Así que llegó el Albacete más pasional y se le concedieron dos orejas del tirón por parte del presidente Coy. Y la vuelta al ruedo al toro fue tan excesiva como desproporcionada y triunfalista. Como se decía, el sueño de la razón produce monstruos. Pues eso.

Llegó un cuarto que se pensaba cada embestida en todos los tercio, atornillando los amagos en la muleta y certificando que ni podía ni quería. Sin casta, sólo quedó la animosidad de un público que esperaba una manzana que nunca llegó. Mató de espadazo trasero y llegó una oreja de tres son mejor que dos.

Paco Ureña se las vio con el primer “Daniel” que tenía fijeza y prontitud en los cites pero nada hizo para aprobar en varas y banderillas. Lo tanteó a pies juntos de inicios, algo aturullado. Se intento fajar con el toro y no llegó a realizarse la comunión entre ambos. Y el de Alcaraz dijo que se iba de la fiesta y no hubo manera de que Ureña lo convenciese de quedarse. Mira qué insistió el torero pero el oponente quería despedirse a la francesa. Paco se ganó el jornal, sin duda. Y devolvió el complemento salarial con la estocada baja y fulminante que dejó. La oreja, de Albacete.

Con el quinto, que tampoco destiló bravura en los primeros tercios, Ureña puso la tienda de campaña en los medios y se empeñó en salir a hombros con sus compañeros porque él jugaba en casa. El fuego de su fogata subió tanto que llegó a quemarse en un desarme. Volvió a recolocar las ascuas y, aunque el humo del derrote llegó a descolocarle e interrumpirle, la casta torera de Paco le espoleó a luchar hasta salir a hombros. Dejó un pinchazo en lo alto con desarme y varios más -hasta seis y descabello- donde Albacete empujaba desde el tendido pero el acero llevaba la contra.

Roca Rey se midió -es un decir- a un tercero carente de todo. La vara fue un guiño y el quite resultó tan anodino como prescindible. Pasaron las banderillas y llegó el brindis a un Juli en retirada de puente de plata. Lo toreó de rodillas con pases por detrás ante la catarsis del viernes de feria. La muleta una sucesión de quiero y no quiere que no llegó a nada antes de un revolcón sin consecuencias y un demandar Roca que suene la música. Y dio el de Perú tres acordes sueltos que retumbaron en un conjunto de tono menor. Salpimentó con arrimón con enganchones, poniendo la carne en una plancha fría y se fue a por la espada dejando una estocada defectuosa con dos orejas para seguir con línea y cantando el bingo de dos orejas de finde ferial.

Con el cierraplaza, el diestro peruano nada pudo hacer de capote antes de un largo puyazo aguantando una vara donde empujó con un pitón mirando al cielo manchego. Chacón se desmonteró con mucha razón como previa a un toro que iba al compás embistiendo y mugiendo en los comienzos. Había relámpagos en el cielo y ningún trueno en el ruedo por la aplomada y descastada condición del toro ante un Roca que amontonó pases como el funcionario que apila asuntos pendientes. El remate final por bajo con transmisión, como previa a los fallos a espadas sin fajarse, pusieron punto final al viernes ferial que terminó con dos avisos en el minuto 93. Y festivo, por si quedan dudas.

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