8ª SAN ISIDRO
Guillermo Hermoso, a hombros, roba el protagonismo a su padre en su despedida de Madrid
El rejoneador navarro corta las dos orejas al sexto toro de un festejo en el que se lidió un gran encierro de Capea.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El jinete navarro Guillermo Hermoso de Mendoza, que salió a hombros tras cortarle las dos orejas al sexto toro, robó así el protagonismo a su padre, el veterano Pablo Hermoso, que, en última temporada en activo, se despedía de la plaza de Las Ventas en la corrida de hoy de la feria de San Isidro.
El hijo del maestro de Estella logró, por tanto, que se abriera por primera vez en esta feria la Puerta Grande de la Monumental, que registró otro lleno de "no hay billetes" en un festejo de rejones en el que la clase del galope de los seis toros de los hierros de El Capea puso en manos de los jinetes un triunfó, que solo logró el más joven.
Porque Pablo Hermoso, 29 años después de que se presentara en esta plaza, solo paseó un trofeo de su segundo, que fue, dentro del excelente juego del conjunto, el toro más reservado y de menos duración, lo que no fue óbice para que el maestro, en tarde tan señalada, tirara de sus infalibles recursos lidiadores para sacarle partido.
Como antes con el que abrió plaza, al que hizo una faena sobria pero de escaso brillo, el fundador de la dinastía clavó los aceros con dispar acierto, solo que esta vez se esmeró a la hora de encelar y templar las embestidas en la preparación de las suertes, dejándose llegar cerca los cortados pitones y alardeando de temple para pasear esa última de las decenas de orejas que ha cortado en una plaza que atestiguó sus grandes aportaciones al rejoneo.
Su hijo pudo haber cortado también una del tercero de no ser por sus fallos con el rejón de muerte, pues llegó a calentar los tendidos en los últimos compases pese a que antes no siempre puso las banderillas con el necesario ajuste. Y por eso echó el resto con un sexto de gran calidad, de obediente y ritmado galope, con el que hizo vibrar al público desde que clavó ya de frente el rejón de castigo inicial.
Luego vendría la parte mollar de la faena de Guillermo Hermoso montando a "Berlín", la estrella equina que estos años han compartido con su padre y con el que se apretó en cuatro batidas para clavar banderillas y rematar las suertes toreando a milímetros de los pitones, en las llamadas "hemosinas" de patente paterna.
Un par de cortas a dos manos, por los adentros, y un rejonazo contrario de rápido efecto acabaron por ameritar esas dos orejas con las que el joven Hermoso acaba de tomar el relevo en una plaza de Madrid de la que su padre salió a hombros hasta en ocho ocasiones.
Entre ambos actuó Lea Vicens, que también tuvo toros con clarísimas opciones para un triunfo que no le llegó por sus fallos con los aceros finales, aunque no solo, ya que a ambos les banderilleó casi siempre pasado y la grupa, aunque con el quinto al menos estuvo más templada, centrada y reunida a la hora de torear y de adornarse con sus cabalgaduras.