5ª FALLAS DE VALENCIA

Obra muy maciza, profunda y torera de Roca Rey, de Puerta Grande sin abrirla

Gran faena del torero peruano en una decepcionante corrida de Victoriano del Río que echa al traste la ilusión en tarde de no hay billetes.

Andrés Roca Rey durante su actuación este sábado en Valencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Por la mañana, Valencia era una procesión de gentes entre un cielo azul fallero y el reclamo de las fiestas, la pólvora y la tauromaquia. Hasta los topes estuvo la plaza en el Concurso Nacional de recortadores. Un espectáculo que conecta con el ADN más profundo de la relación del hombre con el toro en las calles: el bou al carrer.

Las máximas figuras del toreo de la historia siempre han tenido un magnetismo y una conexión con las masas digno de estudio sociológico. Es un plus que cautiva y atrapa a los públicos en las taquillas. A veces es una relación de amor y odio. O sea, de pasión. Innato ese don que atrapa a las masas.

Roca Rey, al margen de tener infinitas virtudes delante del toro, tiene un don con la gente. Por eso, ha colgado el “No hay billetes” en sus dos tardes falleras. Y el que pueda hacer eso en estos tiempos, con el agravante de un casi absoluto desprecio mediático, que levante la mano. Mucho mérito tiene el peruano en la taquilla, que es el hábitat donde cotizan los que mandan

De expresión anovillada, el segundo fue toro simplón. No alcanzó Roca Rey a conectar con la gente. Sin gracia la embestida. Como ya detectamos en Castellón, el público está mucho más frio con el peruano. El desgaste de la grandeza, apuntamos de nuevo. Donde antes había silencios y más expectación en los cites, ahora hay silencios y protestas de exigencia y desaprobación. Lo de toda la vida de Dios con los mandamases, que acostumbran a los públicos a triunfar todas las tardes y cuando no triunfan aparece el fantasma del fracaso. Pinchó varias veces. Algunos ya comenzarían a cargar balas…

El quinto salió con pies y desentendiéndose. Con la cara alta. Roca Rey abrió la faena de rodillas. Encajado, las hombreras descolgadas, rastrera la franela. Lo fue metiendo en el canasto Andrés en faena de lenta cocción. Mucho mérito y muy inteligente. Le corrigió muchos defectos. Hubo varios naturales de lenta ejecución, y un pase del desprecio torerísimo. Roca miró arriba sonriendo. La sonrisa de quien ocupa el cetro del toreo. De notable asiento y encaje la siguiente serie zurda. Más rotundo y mayor redondez. Soberbio el toreo con la izquierda, la mano de los billetes, la de la belleza, la del desgarro. La pasión. El toro, que no era la tonta del bote, le puso el pitón en el vientre. Roca, orgullo de torero macho, se creció. Un pase cambiado se celebró con júbilo. Y un soberbio circular. Y varios más mientras sonó un aviso. Faena maciza y de muchos registros. Magnífica fue la estocada; el toro, muerto en pie, tardó en doblar. Flamearon los pañuelos. Acarició la puerta grande pero la oreja, de mucho peso, le va a servir al peruano para callar bocas. E igual mañana las tapa. Dio la impresión que el público no tuvo tiempo de pedir la segunda oreja. Aunque a Nek sí se la pidieron el viernes y no se la concedieron. Como si molestara el triunfo. Todo a la contra.

Aldeano y Cóndor traían nombres de reatas legendarias de Victoriano. Como Cantaor o Jilguero, hermanados con el célebre Cantapájaros que inmortalizó el maestro Juli. Nada de ese historial llevaba consigo el hondo primero, que manseó ante los capotes y se repuchó en varas. Roca quitó por tafalleras y Castella por chicuelinas. Intensas y ceñidas. Respondió más la gente con el maestro de Beziers. Manso encastado, enrazado. Brindó el francés al maestro de Chiva, un mago con el toro bravo y con el manso. Rodilla en tierra comenzó Sebastián para bajarle los humos. Inteligente. Una serie con la derecha tuvo lentitud y mando. Sin clase el toro y sin cuajar la faena.

Cóndor tuvo pólvora. Otras hechuras, otro aire, otra expresión. Suelto pero con carbón. Se desmonteraron José Chacón y Luis Blázquez en un buen tercio de banderillas. En Valencia eso se sabe catar y valorar: Honrubia, Montoliu, Esplá, El Soro…. Palabras mayores. Muy firme Sebastián Castella en el inicio. Y valeroso. Sin ceder ni un milímetro. Emotivo todo. Intenso. Un toma y daca. Bravos el francés y el de Guadalix, pese a los amagos de rajarse. No regaló nada el toro con su punto de violencia. Ni regaló el toro ni cedió el torero. Tablas de honor.

Aldeano salió con pies ante la capa de Aguado, que dejó varios lances de buen dibujo y media gustosa. Mucho mejor la que finiquitó un quite posterior: de frente, a pies casi juntos, con la bamba echada al hocico. Preciosa media. En el prólogo hubo varios muletazos primorosos: caricias. Un trincherazo, luego un de pecho. Inconexo pero hermoso. Un derechazo fue un crujido: la música sonó ipso facto. Distinguido Pablo, desclasado Aldeano.

Aguado brindó el sexto al público. Las charangas de la calle metieron la fiesta en la plaza. Como el domingo de Román se colaron insultos y burlas contra el toreo de una manifestación de antitaurinos. ¿Por qué no autorizan las manifestaciones en la Malvarrosa? Para cuatro gatos que son (con sus perros, se intuye). ¿Qué necesidad tenemos los aficionados de aguantar un escrache de estruendo y mofa? Pablo está entonado pero el toro, incómodo y deslucido, estaba para pocas tonalidades artísticas.

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