MADRID

La pureza de Ángel Jiménez da luz a las nocturnas de Las Ventas

El novillero de Écija saluda una ovación en una noche anodina con una pobre novillada

Derechazo de Ángel Jiménez durante su primera faena este viernes en Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El olor habitual a puro entremezclado con el hedor de los corrales desapareció por tercer viernes consecutivo para dejar paso a los tequeños y al clásico aroma verbenero de la España más cañí. Y al son de Dauder salieron los novilleros. Más rápido que inmediatamente. Seguramente el paseíllo más rápido en los 87 años que tiene Las Ventas.

Si se puede definir a un torero como proactivo, la RAE contemplará a Ángel Jiménez en su primera acepción. Buscó por todos los medios ponérselo fácil a su primer novillo, un utrero de Santa Teresa cuya dificultad pasó inadvertida por los tendidos. Apuntó garbo con el percal en el saludo y mostró cuajo, hondura y mucha, mucha pureza con la muleta. Especialmente sobre la mano diestra. Muletazos que no terminaron de calar entre la marabunta de turistas pasajeros. La espada viajó certera, pero ni rastro de pañuelos. La gente viene a cenar y el entrante no le basta. Lástima porque el astigitano bien mereció algo más que una ovación. Con su segundo poco o nada pudo hacer. Se fue a portagayola y volvió a evidenciar el ansia del triunfo, pero con semejante material solo quedaba matarlo bien, cosa que no hizo.

El portugués Juanito se topó con un lote inválido y con un presidente alejado del status quo. Atisbó más corazón que cabeza, algo lógico e incluso positivo tratándose de un novillero. Mostró buenas maneras con el capote y ejecutó una lidia casi perfecta con el tercero de la tarde. El novillo, de nombre “Pícaro”, hizo honor a su nombre, enseñó lo bueno al principio y se lo guardó al final, amén de una lesión que le impedía mantenerse en pie. Venía Juanito con la vitola de querer alzarse con el cetro de los novilleros, pero ni sus oponentes ni su descarada ambición dejaron entrever nada reseñable.

El torero de Vilches, García Navarrete ha pasado las de Caín en Madrid. Una cornada gravísima en el cuello y otras tantas en los muslos. Y no es de extrañar viendo lo que expone. Claro que habría que preguntarse si lo que rebosa del jienense es valor o insensatez. Su muleta adolece de poder y su mente es transparente. Podría decirse que trae la faena hecha de casa. Viene a cuento recordar que hoy hace 23 años que un tal Julián López El Juli se vistió de luces por primera vez. Con 12 años. Con una pasión desbordante, pasión que es deficitaria en el toreo de García Navarrete –y de medio escalafón-. Ha tenido tardes mejores y lo de hoy es un borrón, pero en Las Ventas y en un certamen de novilleros, como mínimo, hay que poner el alma. Templar y mandar no se consigue el primer día, ni el segundo, pero el novillero debe rezumar coraje.

El próximo viernes se celebra la última novillada previa a la final. Lagartijo y Ángel Jiménez han dejado los mejores pasajes, Alejandro Fermín presentó credenciales y Rafael González ha sido el único en tocar pelo. A la espera de lo que pase el día 27, son estos cuatro los que se postulan como posibles finalistas.

Madrid, viernes 20 de julio de 2018. 3ª del Certamen de Nocturnas. Un tercio de plaza (8.101 espectadores).

Novillos de 

 (1º, 5º y 6º) y de 

 (2º, 3º y 4º). Muy desiguales de presentación, el 6º muy protestado de salida y de escaso juego.

Ángel Jiménez, ovación tras aviso y silencio tras aviso.

García Navarrete, silencio tras aviso y silencio.

Joâo Silva “Juanito”, silencio y silencio.

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