Así debemos afrontar en la familia los problemas psicológicos asociados al coronavirus
Además de los diez consejos fundamentales que te damos debemos alimentar la esperanza porque todo esto pasará
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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Lamentablemente, vivimos una situación de excepción. La pandemia no cesa, estamos viviendo la denominada “tercera ola” y cunde la desesperación y el desánimo con el consiguiente riesgo de depresión y ansiedad, tanto en los niños como en los adultos. Es una situación que nos está afectando a todos como individuos y como familia. Es lo que tiene claro el profesor José Carlos Aranda quien asegura que "la prolongación de la pandemia está agravando una serie de problemas psicológicos, en especial cuando no vemos el límite y las soluciones planteadas han demostrado hasta el momento ser poco eficaces. Todos teníamos la esperanza de que las vacunas paliarán esta crisis pero, de momento, ni el ritmo de vacunación es el esperado ni su aplicación está demostrando su eficacia para detener los contagios".
Con toda esta situación estamos viviendo en un estado de semiconfinamiento sin horizonte y esto, sumado al tiempo que llevamos, está generando un desgaste psicológico, un agotamiento que se traduce en desequilibrios psíquicos que pueden ser más o menos acusados según la personalidad, la edad, y los hábitos diarios de niños y adultos.Según Aranda "hemos de ser conscientes de ello para poner remedio y no caer en la espiral de la desesperanza provocada no solo por la enfermedad, sino de los problemas derivados, especialmente la ruina económica de muchas familias".
Entre los efectos psicológicos que nos está arrastrando esta papndemia está la depresión y la ansiedad. "Lo vemos todo negro y sentimos esa presión en el pecho que, a veces, nos impide respirar. Pero también el insomnio, nos cuesta trabajo conciliar el sueño. Podemos sufrir también de estrés postraumático, emociones a flor de piel que disparan la alarma ante situaciones más o menos anodinas. Son traumas que pueden producir, según Daniel Goleman, anhedonia -incapacidad de sentir placer-, indiferencia emocional, sensación de hallarse desconectado de la vida y falto de interés por los sentimientos de los demás, falta de empatía..", asegura Aranda.
A todo esto se puede añadir el cansancio físico permanente. Y es que cuando nos encontramos ante una situación de riesgo, el cerebro segrega aderenalina y noradrenalina, son hormonas que activan el cuerpo para combatir o huir, pero cuando la situación se prolonga lo que está diseñado para una respuesta puntual se convierte en un estado permanente con un descenso de los receptores de catecolaminas lo que produce la anulación del efecto deseado, es decir, esa tendencia a la depresión y la apatía. Las imágenes negativas se retroalimentan, nuestra mente entra en un bucle en el que todo lo que vemos lo interpretamos en clave de riesgo.
QUÉ PODEMOS HACER
El doctor Joaquín Mateu, profesor de Neuropsicología de la Universidad Internacional de Valencia nos ofrece 10 consejos que podemos intentar seguir para combatir estos efectos como son:
Aranda también ha querido compartir un consejo más como es "alimentar la esperanza porque esto pasará y lo superaremos entre todos. Y volveremos a abrazarnos y a saludarnos con dos besos; volveremos a reunirnos en un bar y a chocar las copas, volveremos a los restaurantes, al teatro y a los hoteles, a disfrutar de nuestro tiempo libre y de nuestros amigos. Vamos a sobrellevarlo tratando de engañar a nuestro cerebro con una sonrisa en la cara".