La picaresca de la Ley Trans: declararse mujer para acogerse a beneficios penitenciarios

Es el caso de los dos empresarios detenidos por contratar a un sicario para matar a una tercera persona que se declararon mujeres poco antes de entrar en prisión

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La picaresca de declararse mujer para entrar en prisión

Santiago Ruiz de Azúa

Santander - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

“Dos personas más que llegan a El Dueso para ingresar, no dejan de ser dos internos más de la prisión”. Lo cuenta en COPE Cantabria una funcionaria de la prisión cántabra que ha recibido a los dos empresarios que, acogiéndose a la conocida como Ley Trans, se cambiaron de sexo para acogerse a los beneficios que esta ley contempla para las personas transgénero.

Las prisiones tienen una instrucción que detalla el procedimiento con los internos transexuales. “Ingresan como cualquier otro recluso, los ven los médicos del centro y sobre todo se atiende a la dignidad personal de estas personas”.

En los casos en los que se manifiestan como mujer, ahora es más fácil porque se les asigna a un módulo mixto o un módulo de convivencia, “módulos en los que el respeto a estas personas es fundamental” dice esta funcionaria.

El problema es que la Ley Trans ha abierto la puerta a la picaresca a todos aquellos reclusos que, sabiendo de sus posibilidades, se declaran mujeres para acceder a estos módulos “más llevaderos”.

Basta con que la persona que va a ingresar en una prisión se presente en el centro con un documento en el que se le reconozca como mujer, caso de los dos empresarios encarcelados, para que se le aplique la instrucción. “Nosotros no podemos hacer ningún tipo de presunción, si dice que es mujer aplicamos la instrucción”.

¿QUIÉN LOS CACHEA?

Ante la duda, reconoce esta funcionaria de El Dueso, siempre hay que beneficiar al interno. “De no hacerlo y ser cierta su transexualidad le estaríamos perjudicando”.

Aplicando el fin último de la Ley Penitenciaria, lograr la reinserción y resocialización de los reclusos, ingresar en estos módulos mixtos o de convivencia es un paso previo para conseguirlo.

Pero la práctica en ocasiones es más complicada que la teoría porque, ¿quién cachea a estos reclusos?. Cuando una persona llega a una prisión el reglamento establece que los funcionarios hombres cachean a los internos masculinos mientras que las funcionarias lo hacen a las mujeres. “Ahora esto no puede ser con estas personas y, para paliar este vacío legal, lo que se hace es utilizar un instrumento que se les pasa para constatar que no introducen nada ilegal”.

Si la apariencia de la persona es masculina, lo lógico es pensar que el cacheo lo debe realizar un funcionario, pero si el interno se declara mujer, por mucho que su apariencia física no lo sea..., es cuando llegan los problemas.

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