El arte también se trabaja

Lorenzo del Rey

Dice el campeón mundial de ajedrez Kasparov que el trabajo duro es el talento. Y no le falta razón. Porque es cierto que se puede tener un don innato pero sin esfuerzo, es difícil llegar al éxito. Pues Juan Ortega logró un trofeo en Albacete a base de tesón y perseverancia en ese quinto. Cierto que hubo algunos pases de alto valor, pero el premio llegó cuando se puso el mono de trabajo. La oreja fue un reconocimiento a su completa tarde, sin olvidarnos de las bellas verónicas a su primero junto a unos delantales para paladares exquisitos.

Y hablando de trabajo y talento, la faena de Rufo con el tercero fue de alto voltaje y de no haber fallado con la espada, la oreja de peso habría caído en sus manos. En el tercer aniversario de su alternativa que se cumplía en el día de hoy, el de Pepino vio por segundo año consecutivo que la espada cortaba su especial conexión con Albacete. En una temporada de afianzamiento en carteles de mayor entidad, ese premio hubiera sido un espaldarazo para rematar un año intenso. Una pena.

Talavante, que venía aún renqueante del percance sufrido en Villanueva del Arzobispo tuvo una actuación insustancial. Y ya lleva unas cuantas en Albacete. Finalmente, la corrida de Victoriano del Río fue una decepción. Descastados casi todos, varios mansas y, aunque correcta de presentación, faltó remate en los toros. Porque se pasó de un primero basto, casi regordío, hasta otro aplaudido de salida por su seriedad para terminar con otro feote. Y por mucho arte que haya en el cartel, aunque invoquemos al duende y a la genialidad, si el toro se cierra en banda y dice que no se mueve, no hay nada que hacer. La falta de casta es la kryptonita de la emoción. Y ni Superman puede hacerle frente.