Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hoy abordamos una comedia romántica con fondo dramático y una denuncia clara y frontal contra el racismo imperante en Estados Unidos a mediados de los años 60. La película abordaba un problema social, puesto que en el momento del rodaje el matrimonio entre blancos y negros era ilegal en 14 Estados. Por tanto, el tema estaba de plena actualidad.
Joey Drayton y John Prentice se han enamorado completamente después de conocerse durante una breve estancia en Hawái. Piensan contraer matrimonio durante el viaje que van realizar a Europa, concretamente en Ginebra, pero antes Joey ha resuelto presentarles a sus padres a quien será su esposo en breve. John es un prestigioso médico, con un currículo impresionante; sería el hombre perfecto para cualquier familia, a pesar de ser viudo (su mujer y su hijo fallecieron en un accidente) y también es 14 años mayor que ella, pero hay otro inconveniente más difícil de salvar: el color de su piel. De hecho, él mismo tiene recelos acerca de la acogida que le brindarán sus futuros suegros. Sin embargo, la joven está convencida de que será bien recibido porque sus padres siempre se las han dado de liberales y progresistas.
Cuando llegan a casa; tanto su madre, que dirige una galería de arte, como su padre, editor de un importante periódico, no pueden ocultar su sorpresa, pero ambos reaccionan de manera muy diferente. Al parecer, John tendrá que esperar a la cena para saber si recibe el visto bueno de quien espera que sea su familia política, especialmente del cascarrabias de Matt. Para dimensionar aún más el conflicto, los propios padres de John, de origen humilde y que viven en Los Ángeles, toman un vuelo para sumarse a esa cena, entre cuyos invitados está también el socarrón Monseñor Ryan, un sacerdote amigo de la familia.
Poco a poco iremos conociendo los prejuicios, recelos y temores de estos personajes en un cóctel perfectamente llevado y mejor resuelto con un discurso final impecable y redondo a cargo del patriarca de los Drayton, quien parece estar formulando el incontestable alegato final de un juicio.
Una de las escenas entrañables y más cómicas del film se produce cuando el matrimonio Drayton sale con el coche a dar una vuelta. Acercan el coche a la heladería y después de que Matt se arme un pequeño lío con el sabor que quiere pedir y de que se tome finalmente el helado que le sirven, empieza a mover el auto marcha atrás y choca con otro vehículo que conduce un chico, organizándose una pequeña discusión.
El coche de la familia Drayton es un Plymouth Valiant de 1967, color beige metalizado y de dos puertas. Curiosamente el vehículo con el que tropiezan y que sale peor parado es muy antiguo, se trata de un Ford Model de 1932.
Plymouth, es una división de Chrysler que nació en 1928 cuando Chrysler decidió empezar a fabricar coches baratos para mejorar las cifras de ventas. El nombre de la marca hace referencia a la colonia que fundaron los colonos británicos que llegaron a las costas de Massachussets en 1620, a bordo del ‘Mayflower’, por eso en su logo circular vemos un barco de vela sobre fondo azul.
El Valiant fue un coche compacto que estuvo en el mercado desde 1960 a 1976. Fue presentado en el Salón del Automóvil de Londres de 1959 y a lo largo de sus diecisiete años de producción, conoció cuatro generaciones y se comercializó con diferentes carrocerías: sedán de 2 o 4 puertas, descapotable y familiar.
El que vemos en el film pertenece a la tercera generación, que va desde 1967, el mismo año en que se entrenó la película, hasta 1973. En esta tercera generación solo vieron la luz los sedanes de dos o cuatro puertas y respondían a un diseño ligeramente diferente a los anteriores, más rectilíneo y con una doble rejilla delantera. Disponía de un maletero más espacioso que sus predecesores.
Medía 4,78 de largo, 1,80 de ancho y 1,37 de altura y pesaba, según el modelo entre 1.215 y 1.290 kilos.
En cuanto a la mecánica, los primeros modelos de esta generación venían equipados con motores de 6 cilindros en línea, pero en los últimos años, se reemplazaron por motores en V de 8 cilindros y transmisión manual de 3 marchas. Su velocidad máxima era de 157 kilómetros/hora, pasaba de 0 a 100 en 15 segundos y su consumo medio estaba en 14 litros/100 kilómetros.
Y entre las novedosas medidas de seguridad que se hicieron obligatorias aquellos años figuraban los cinturones de seguridad para los dos pasajeros delanteros, el intermitente de emergencia y los indicadores del cambio de carril. Su precio de base estaba en torno a los 2.200 dólares.