José cuida a su mujer con Alzheimer en A Coruña: “tengo solicitado una residencia para irnos los dos”
En el Día Mundial del Alzheimer, conocemos el día a día de quien convive con la enfermedad. "Hay días que te desesperas", cuenta
Coruña - Publicado el - Actualizado
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LA HISTORIA DE ROSA
Una tristeza desmedida. Se olvidaba de recoger a los niños a los que cuidaba. O por la noche, se levantaba con la intención de salir de casa e ir a ver a sus padres, que habían fallecido años atrás
LA CARGA DEL CUIDADOR
A partir de ese momento, Rosa recibió el tratamiento adecuado para intentar retrasar el inevitable deterioro, y llegaron las ayudas. Pero son solo eso, ayudas. Rosa no podría vivir sin José. Su marido asume el papel de cuidador. La levanta, la acuesta, la escucha. Una labor que no tiene descanso y que supone una carga mental, a veces, insoportable.
“Es complicado y hay días que te desesperas”, relata. “Pero luego dices, ¿y qué hago? me tiro por la ventana y ¿qué hago con esta mujer?”. La receta que nunca olvida es la de paciencia, calma y cariño. “Enfadarte con ella es absurdo porque no sabe lo que está haciendo”, afirma.
LA SALVACIÓN DEL CENTRO DE DÍA
José lamenta el tiempo perdido en el diagnóstico, porque de llegar antes el tratamiento, podría haber estado “más tiempo normal”, ya que ahora “su cabecita ya está en otro mundo". Pese a todo, dice que tiene suerte. En la farmacia, al saber de su caso, le hablaron de Afaco, la asociación de familiares de Enfermos de Alzheimer. Allí acudió a por un apoyo vital.
Rosa consiguió plaza en el centro de día de la asociación. Acude todos los días y hace actividades para que su cuerpo y su cerebro se mantengan activos. Ella va “encantada”. Tanto, que a veces no quiere volver a casa. Pero no solo la ayudan a ella, sino a José. En AFACO “dan cursillos de vez en cuando para que aprendamos cosas nuevas para ellos” y siempre tienen un consejo par acualquier duda.
AYUDAS INSUFICIENTES
EL VÉRTIGO DEL FUTURO
Han pasado ocho años desde los primeros síntomas, y Rosa tiene ahora 73. La enfermedad ha ido evolucionando. Se han ido apagado recuerdos y habilidades, aunque hay cosas que ella no olvida. Gracias a la medicación, ha recuperado su carácter alegre y le siguen encantando los niños. Todavía “sigue caminando un poquito”, pero a la hora de vestir, a su marido se le está “complicando un poco” porque ha dejado de colaborar.
El futuro da vertigo, pero José ya ha pensado en él: cuando no pueda cuidarla, la seguirá acompañando. “Tengo solicitado una residencia para irnos los dos”.
José y Rosa llevan 45 años casados y para ellos este día del Alzheimer no es una celebración. Pero sí, cuenta, lo es del agradecimiento, por la labor de entidades sociales como Afaco, vital para que ambos puedan seguir viviendo con un mínimo de dignidad.