PANTALLAS

El Dr. Martínez-González alerta que "dar teléfonos a los jóvenes es la mayor afrenta a la inteligencia"

El Dr. Miguél Ángel Martínez-González es catedrático de la Universidad de Navarra y de la de Harvard y es Premio Gregorio Marañón en 2022

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El Dr. Martínez-González dice que dar un teléfono con internet "es como dar un Ferrari a un chaval de 15 años"

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

El Dr. Miguél Ángel Martínez-González, catedrático de la Universidad de Navarra, catedrático la Universidad de Harvard y Premio Gregorio Marañón en 2022, alerta a la sociedad de los riesgos que corremos con las pantallas y las redes sociales en la infancia y adolescencia. Miguel Ángel alerta de la "afrenta a la inteligencia" que supone dar un teléfono inteligente a los jóvenes y explica con rotundidad que "los padres inteligentes dan teléfonos tontos a sus hijos, con los que tienen tienen para llamar y punto". Afirma que dar un teléfono con internet "que está lleno de gente imprudente es como dar un Ferrari a un chaval de 15 años donde hay mucha gente cometiendo imprudencias".

Además, alerta que "la primera causa de muerte en los jóvenes no son los accidentes de tráfico, es el suicidio" y explica que "está muy relacionado a las adicciones a las pantallas".

Miguel Ángel Martínez-González estudió Medicina y realizó el doctorado en la Universidad de Granada. Se especializó por vía MIR en Medicina Preventiva y Salud Pública. Es catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra desde 2005 y catedrático visitante de la Universidad de Harvard desde 2016. Ha liderado grandes estudios epidemiológicos como SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), con más de 23 000 voluntarios, PREDIMED (PREvención con DIeta MEDiterránea), con más de 7000 participantes, el mayor ensayo de nutrición realizado en Europa, y PREDIMED - plus, con cerca de 7000 participantes, sobre los efectos en la salud de los cambios en estilos de vida y alimentación. Entre otros, ha recibido el Premio Nacional Gregorio Marañón (2022), el más importante en Investigación Médica en España. Sus libros Salud a ciencia cierta (2018) y ¿Qué comes? (2020), ambos publicados por Planeta, han sido un éxito editorial

El Dr. Martínez-González explica las principales conclusiones de su libro "Salmones, hormonas y pantallas".

El disfrute del amor auténtico, visto desde la salud pública

Con tono desenfadado y con referencias a la cultura popular y con ejemplos de la vida real, el doctor lanza un aviso contundente, basado en datos científicos, con el propósito de mejorar una salud pública gravemente amenazada.

Un libro llamado a levantar polémica porque constituye una advertencia en la actual conciencia social; una piedra en el estanque tranquilo de unos modos de vida masivamente aceptados, pero no por ello menos perjudiciales.

El disfrute del amor auténtico, visto desde la salud pública

Con tono desenfadado y con referencias a la cultura popular y con ejemplos de la vida real, el doctor lanza un aviso contundente, basado en datos científicos, con el propósito de mejorar una salud pública gravemente amenazada.

Un libro llamado a levantar polémica porque constituye una advertencia en la actual conciencia social; una piedra en el estanque tranquilo de unos modos de vida masivamente aceptados, pero no por ello menos perjudiciales.

«El doctor Miguel Ángel Martínez-González nos deleita en estas páginas con su visión científica pero cercana y didáctica sobre temas que nos incumben a todos, como individuos que ansiamos evitar enfermedades graves, como padres, como formadores, como médicos; en definitiva, para todos los que estamos interesados en envejecer de la mejor manera posible. Coge el libro con papel y lápiz. Subraya, aprende y profundiza. No te va a dejar indiferente.» Marian Rojas Estapé, escritora del prólogo.

CONTRA LAS AMENAZAS A LA SALUD PÚBLICA

Como sugieren los salmones presentes en su título, este es un libro que va contracorriente. Así ha avanzado siempre la salud pública, contra la corriente de unos estilos de vida tan extendidos como peligrosos. El autor expone sus premisas al comienzo del libro:

«Cada persona es libre ?¡libérrima!? de elegir sus opciones. Pero sí deseo dar información y argumentos para que esas decisiones estén bien informadas».

Fenómenos como el #MeToo, el aumento rampante de delitos sexuales o la cada vez más agresiva y prematura exposición a la pornografía en niños y adolescentes no son ajenos a fuertes intereses comerciales subyacentes que están creando unos entornos desfavorables para la salud, sobre todo para la salud mental de los más jóvenes. Por eso el autor añade, «Cada vez somos más los profesionales de salud pública que pensamos que pueden ser muchas y graves las consecuencias del uso irresponsable de pantallas, pornografía y sexo comercial o despersonalizado. En tal contexto, aprender a gestionar bien los propios impulsos y apetencias resulta vital».

En otras palabras, ¡hay estilos de vida libremente elegidos (comida basura, bebida basura, alcohol, tabaco y otras drogas…) detrás de los cuales hay poderosas multinacionales! Para el autor, que, de nuevo, expone lo que nadie se atreve a decir, esos determinantes estructurales deben confrontarse con valentía. Se trata de cambiar el ambiente social al ir en contra de la corriente, como ocurrió con el tabaco. Igual que con la comida o las drogas, está ocurriendo ahora algo similar con ciertos temas relacionados con la sexualidad, al imponerse su versión más física, adictiva, irresponsable y despersonalizada.

El masivo acceso a pornografía facilitado por las pantallas de móviles y otros dispositivos con conexión a internet está inundando los cerebros de niños, adolescentes y jóvenes con contenidos explícitos de violencia sexual. Las grandes perjudicadas de esta situación son las mujeres. Casi el 90 % de las escenas de estos portales contienen violencia tanto simbólica como directa hacia ellas.

Esta tendencia se ha ido traduciendo en realidades epidemiológicas graves denunciadas por el libro, como, por ejemplo, el estudio de 2021 de Sanz-Barbero y Vives-Cases que mostraba que en España más del 10% de las mujeres había sufrido violencia sexual solo en el último año. Otro ejemplo doloroso es la constatación científica de que más del 60% de los estudiantes universitarios de los campus estadounidenses cumplen criterios para diagnosticarles uno o más problemas de salud mental.

En este contexto, Salmones, hormonas y pantallas supone un arsenal de remedios y soluciones frente a esta oleada creciente de daños para la salud relacionados en gran parte con aspectos desenfocados de la sexualidad.

En primer lugar, representa un cántico de admiración hacia esos jóvenes silenciosos y fascinantes que sí han sabido integrar la sexualidad en un proyecto a largo plazo, sin dejarse seducir por la visión irresponsable, despersonalizada y trivial que les quieren vender los mercaderes del sexo. A esos jóvenes que nadan contracorriente les llama los salmones. Escaparon sabiamente del absurdo lema imperante «Fotocopio, luego existo».

Han aprendido a avanzar contra las presiones del ambiente, sin convertirse en meros clones ni dejarse atrapar por la masa o por las adicciones. El autor les ofrece un rico argumentario para apoyarles intelectual y emocionalmente en su ascenso río arriba. Cada argumento está muy bien fundamentado científicamente porque estos "salmones" necesitan un gran refuerzo, amparo y promoción. Razones sólidas en las que sustentarse. Las hay. Pero hasta ahora se han visto pocos intentos de explicarlas a fondo, con el despliegue divulgativo de una buena documentación científica y epidemiológica, tal como hace este libro. La propuesta –"revolución de los salmones"– es valiente y va a los terrenos espinosos en los que nadie se suele atrever a entrar. En cierto sentido, hay páginas que podrían calificarse de "incendiarias". Pero detrás de ellas se descubre el estudio riguroso de la evidencia científica. Además, para conseguir esa revolución de los salmones que plantea el autor, hay que emitir el mensaje de un modo atractivo, con gracejo, con sentido de la oportunidad, fomentando el entretenimiento, sin aburrir. Y es exactamente eso lo que hace el doctor Martínez-González en su texto: usar ese tono tan personal e incluir también breves relatos novelados basados en hechos reales. Salmones, hormonas y pantallas es un libro llamado a levantar polémica porque constituye un aldabonazo en la actual conciencia social; una piedra en ese pasivo estanque aletargado e insípido de unos modos de vida masivamente aceptados, pero no por ello menos perjudiciales. Es un libro inconformista y crítico que se quiere salir de todo lo que suena ya muy rancio y manido, y se instala, en cambio, en la línea de los disidentes. De hecho, el autor se refiere como modelo a Tomás Moro, el «hombre para la eternidad», como lo llamó la famosa película de Zinnemann, alguien que se enfrentó en solitario a Enrique VIII y a la presión social.

«El doctor Miguel Ángel Martínez-González nos deleita en estas páginas con su visión científica pero cercana y didáctica sobre temas que nos incumben a todos, como individuos que ansiamos evitar enfermedades graves, como padres, como formadores, como médicos; en definitiva, para todos los que estamos interesados en envejecer de la mejor manera posible. Coge el libro con papel y lápiz. Subraya, aprende y profundiza. No te va a dejar indiferente.» Marian Rojas Estapé, escritora del prólogo.

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