Julián Calero, técnico del Efesé, rompe su silencio sobre su papel como policía en el 11M
La editorial ha adelantado uno de los capítulos del libro 'Julián Calero. El fútbol al rescate' coincidiendo con el 20 aniversario de la tragedia en Madrid
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hay silencios bonitos, pero este no es el caso. Es uno de esos silencios que duele, que hace mella, porque la tragedia no se olvida, porque sobreviven los olores del drama, las imágenes de la masacre...porque el sonido regresa, porque las pesadillas atormentan. Las imágenes quedan grabadas en la vista y en el corazón. Se agarran retorciendo el interior, recreando lo vivido.
Esos silencios no se pueden mantener o acaban minando la moral del superviviente. Sobrevivir a un drama no es suficiente, porque se queda dentro de sus tristes protagonistas. Nada vuelve a ser igual. Al final, ese secreto tiene que dejar hueco en la mente y en el alma. 20 años después de aquel 11 M ha llegado el momento.
Policía, entrenador y sobre todo persona
Lo sabe bien, Julián Calero Fernández (Parla,1970). El actual entrenador del FC Cartagena es uno de esos tipos especiales. Aunque tiene un importante curriculum, especialmente como segundo entrenador, hay algo en él que llama la atención más allá de su profesión.
Su locuacidad le ha hecho conocido en el mundo del fútbol por sus explicaciones sobre el deporte rey. Sus resultados deportivos en Burgos y el haberse convertido en el hombre milagro del Efesé, le han puesto el foco. Es pasional, vital, inquieto y siempre transmite un optimismo enorme hasta en los momentos menos buenos, porque los momentos malos para él han estado fuera del césped. Es de esas personas que nada más conocerlas dices "es buena gente".
20 años ha tardado en realizar un ejercicio emocionante para el lector y terapéutico para él. En el libro 'Julián Calero. El fútbol al rescate' habla de todas sus vivencias que se han topado incluso con la enfermedad. Sin embargo, coincidiendo con el triste aniversario del 11M, la editorial ha decidido dar un adelanto con lo que vivió en aquella estación de Atocha como policía.
El agente Calero nunca volvería a ser el mismo. Ha callado, por no traspasar su carga a las personas a las que quiere, por no transmitir el horror, pero ya no puede callar más.
Aquel maldito día
Su tren llegó una hora a aquella estación que sería en unos minutos el horror. El agente Calero y su compañero escucharon las llamadas por la radio y acudieron. No era su zona, pero presagiaron el drama. Fueron los primeros en llegar y Calero entró. Seguro que volvería a entrar, porque hay gente que no sabe ver la vida desde fuera. Relata el horror desde casi todos los sentidos, el miedo, aquel olor, la desolación, el resultado de una barbarie difícil de asimilar.
Y actuó como lo hacen los héroes, sin pensar ni en él mismo. Todavía recuerda, lo recuerda todo, pero aquella mochila y esa segunda bomba que pudo acabar con su vida fruto de un terrorismo salvaje que segó la vida de 193 personas. Esa mochila que no tocó, pero de la que avisó. Se acuerda de las familias y todavía evita esas lágrimas que siguen cayendo. No quiere ser protagonista, pero de eso no ha salido indemne. Necesitaba expresar cómo fue el peor día de su vida. "He decidido soltar esa bola que me había tragado y he ido digiriendo, pero no la ha expulsado". No ha conseguido ver imágenes de aquel día.
La lectura más vital
Nada positivo se puede sacar de ese acto de barbarie, pero sí se puede tomar como una lección de vida y eso ha hecho el madrileño. Cómo dar importancia a un empate o una derrota, cuando se ha vivido en primera línea el dolor más extremo de incluso buscar al hijo de unos amigos, que afortunadamente estaba en lista de supervivientes. "Ha sido terapia el contarlo, porque en 20 años no hablé ni con mi compañero Paco, que estuvo abajo conmigo. No quise impregnar a los demás. Callé por protegerles, y ahora se quedan sorprendidos de lo que pasó en el peor día de mi vida".
Rememora un escenario de una guerra con todos sus componentes de horror y siente lo que hizo. "Me siento orgulloso, porque salvamos a mucha gente y gané muchos valores como la solidaridad en la máxima expresión. Fuimos temerarios, porque quisimos ayudar en un momento tan grave".
Su familia estaba sana y salva. A partir de ahí todo cambió. "Hay cosas más importantes que el fútbol. La salud, la familia y luego de eso ya el fútbol sí es trascendental".
Para tener el libro al completo quedan unos meses, pero con solo quince páginas de ejemplo se entiende mucho de la arrolladora personalidad de Julián Calero. Es un libro de valores. Los suyos. Los que creen que se están perdiendo. Él ya se ha liberado contando.