La reacción de una madre de un pueblo de Murcia al enterarse que su hijo no cambia las sábanas: "Desde enero"

No todo el mundo colabora de la misma forma con las tareas del hogar, pero en La Manga del mar Menor ponen un ejemplo que seguramente servirá para muchos hogares

La madre de la familia de La Manga del mar Menor

José Manuel Nieto

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En la educación de cualquier persona, es clave ir aprendiendo, con el paso de los años, a asumir responsabilidades que vayan acorde con la edad. Pero no todos los hijos colaboran de la misma manera en casa. Un ejemplo es este que llega desde Murcia, donde una hermana le dice a su madre que su hermano no cambia las sábanas y su reacción lo dice todo.

Una persona estira unas sábanas sobre una cama

La ley española es clara en lo que a los deberes de los hijos se refiere. El Código Civil hace mención de este asunto en su artículo 155: "Los hijos deben contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella".

"Los menores, de acuerdo a su edad y madurez, deberán asumir y cumplir los deberes, obligaciones y responsabilidades inherentes o consecuentes a la titularidad y al ejercicio de los derechos que tienen reconocidos en todos los ámbitos de la vida, tanto familiar, escolar como social", dice el artículo 9 de la Ley de Protección Jurídica del Menor.

La realidad es que a partir de los 12 años ya no hay nada que se les resista. Aparte de limpiar su habitación, sacar de paseo al perro, tender la ropa y cuidar de sus hermanos pequeños, pueden bajar solos la basura y separar todos los residuos, hacer la compra y hasta empezar a coser botones.

Las sábanas

En un día cualquiera apenas dedicamos 45 minutos a ordenar y mantener nuestras viviendas, según un estudio en el que participa la Universidad Autónoma de Barcelona. Y de ellos, sólo necesitamos siete para hacer la cama perfecta, aquella que nos arropa en un hotel de lujo y que poco tiene que ver con estirar las sábanas cada mañana.

Una persona estira unas sábanas sobre una colcha de cama

Hay una buena parte de la población que reniega de hacer la cama al levantarse. Es la opción de muchos adolescentes, que soportan estoicos los reproches de quienes habitan el mismo techo, agarrándose a un único argumento en su defensa: ¿para qué esforzarse si la deshaces en apenas unas horas?

Pues se acabaron los reproches; hay un argumento que rema a favor de perezosos de una cama bien hecha. Por más que pese a los ordenados, resulta que hacerla nada más levantarse es un hábito muy poco limpio, según afirma un estudio de la Universidad de Kingston y se agarran a datos de ácaros.

Son una causa importante de enfermedades como el asma, pero estos solo pueden sobrevivir mediante la ingestión de agua de la atmósfera. Por lo que un gesto como dejar una cama sin hacer durante el día puede eliminar la humedad de las sábanas y el colchón, de manera que los ácaros se deshidraten y posiblemente mueran.

La reacción de una madre de un pueblo de Murcia

También hay a quien hacer la cama le ayuda a regularse emocionalmente, hasta el punto de que tenerla hecha genera una sensación psicológica de seguridad y bienestar al visualizar un sitio amable y agradable para descansar. A este joven parece que le da igual, pero a su madre no, por la reacción que tiene cuando su hermana le dice que lleva "desde enero" sin hacerla.

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Son muchas las madres que se sienten identificadas y es que la cama es testigo y parte fundamental de momentos muy necesarios para nuestro desarrollo como individuos. Estirarla y tenerla de forma decente puede resultar más beneficiosa de lo que a simple vista parece. Las rutinas nos ayudan a crear estructura y cierto orden en nuestro día a día.

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