Un camión de ácido sulfúrico y ni una pista: el niño de Somosierra, la desaparición más extraña de Europa

Juan Pedro Martínez desapareció sin dejar rastro el 25 de junio de 1986

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Juan Pedro Martínez Gómez viajaba con sus padres un 25 de junio de 1986 en un camión cisterna cargado de ácido sulfúrico. El vehículo se salió en una curva y se estrelló. Los padres del niño fallecieron en el accidente, sin embargo, no hubo ni rastro del paradero de Juan.

Aquel día de San Juan, el joven acompañaba a sus padres Andrés y Carmen en un viaje para trasladar 25.000 litros de ácido desde Fuente Álamo (Murcia) hasta Bilbao. Este viaje era un premio por las buenas notas que el menor había sacado.

Sobre las 5 de la mañana, el camión se empotró a la altura del kilómetro 94.400 de la N-1. La Guardia Civil llegó al lugar del accidente, y dentro de la cabina del camión, entre un amasijo de hierros, encontró los cadáveres de Andrés y Carmen. En aquel momento, ninguno de los presentes era consciente de que junto a la pareja viajaba un niño, por eso no se procedió a buscarle de inmediato.

Fue momentos más tarde, al llamar a los familiares para comunicarles la trágica noticia, cuando los agentes descubrieron que la pareja no viajaba sola. “¿Y el zagal?”, preguntó la abuela.

Comenzaron las teorías para tratar de descifrar el paradero de Juan. Una vez que se descartó la posibilidad de que algún conductor que circulara por la zona le trasladase al hospital, comenzaron días de búsqueda sin descanso. Helicópteros, caballos, perros y motos participaron en el dispositivo que buscó a Juan en un radio de 20 kilómetros. No había ninguna pista del paradero del niño, ni de si estaba vivo o muerto.

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Al principio se creyó que el cuerpo del niño fue disuelto por el ácido que se derramó tras el accidente. Esto se descartó tras analizar las muestras del ácido y de unas prendas del niño que estaban corroídas.

Durante la investigación, y tras analizar el tacógrafo del camión, se descubrió que durante el trayecto el vehículo había realizado hasta 12 paradas de corta duración, de no más de unos segundos. Esto despistó a los investigadores.

Tras hablar con familiares y conocidos, una segunda hipótesis vio la luz. Juan había sido raptado por unos narcotraficantes, ya que el padre podría tener relación con una red de tráfico de drogas.

Los pocos testigos del accidente aseguraron que vieron una furgoneta blanca cerca del lugar, y al niño acompañado de un hombre de mediana edad y una mujer anciana. Esto abría la puerta a dos opciones: La primera, que los narcotraficantes persiguieron al camión provocando el accidente de este, y después le raptaron. Sin embargo, las breves paradas no deberían de haberse producido si alguien les estaba persiguiendo.

La segunda teoría era que en la parada más larga, de no más de 30 segundos, se habría producido el secuestro y que después el padre habría comenzado la persecución para recuperar a su hijo, con un trágico desenlace. Esta línea de trabajo quedó en nada, pues se investigaron más de 3.000 furgonetas blancas del mismo modelo, Nissan Vanette, y no se encontró ninguna prueba...

La familia ha hecho todo lo posible para esclarecer los hechos. Aunque parece que el caso es un callejón sin salida. Saber si está vivo o no, así como su paradero, sigue siendo todo un misterio.

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