Schlichting: "La vida de Pablo Ibar pende de un hilo y, ante la duda, la prudencia es la mejor consejera"
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Una semana de la desaparición del niño Julen y, creo que puedo decir sin exagerar, que los españoles compartimos a estas alturas el nudo en la garganta que está destrozando la vida de sus padres, que ya perdieron otro hijo previamente, que es difícil ponerse en sus cuerpos y difícil imaginar cómo se puede seguir adelante así.
Tal vez por eso, resulta a su vez sencillo, más que nunca, imaginar la angustia que experimenta hoy el padre de otro hijo, de Pablo Ibar, a quien un jurado de Florida, en Estados Unidos, ha vuelto a declarar culpable de un triple asesinato que se cometió en 1994 y que él asegura que jamás llevó a cabo.
La perspectiva de la pena de muerte, ese antes y ese después, ese final de la única vida humana que tenemos, es un panorama pavoroso, difícilmente admisible en el siglo XXI.
En este programa, hemos tenido, como en tantos otros, el testimonio de esa familia que lleva 25 años repitiendo que su hijo no es el que sale en una borrosa grabación de vídeo que lo inculpa y que muchos expertos han considerado absolutamente falta de fiabilidad.
El hijo de un pelotari español lleva estos 25 años encarcelado y 16 de ellos en el corredor de la muerte. Ocurra lo que ocurra, no parece que le quede oportunidad alguna de demostrar ya la inocencia que reclama. Habrá que esperar al próximo 25 de febrero para saber si será condenado a la pena de muerte o a pasar lo que le queda de vida entre rejas.
La justicia humana es falible. La vida de Pablo Ibar, casado, impoluto en su comportamiento en la cárcel, objeto de una batalla legal y económica, encabezada por su familia, y sostenida por miles de españoles, pende de un hilo y nos enseña que, ante la duda, la prudencia es mejor consejera que la inflexibilidad. La verdad, ruego al cielo la clemencia de los tribunales para que el 25 de febrero no hagan pública para Ibar la inyección letal.
Y en España, resuena la vuelta de Aznar, que ayer habló en el Congreso del Partido Popular para colocar a Pablo Casado en el podio de los ganadores y decir que es un dirigente sin tutela alguna ni suya ni tu tía de nadie. Así lo dijo: “sin tutela ni tu tía”. Aznar arremetió, lo mismo que lo hicieron Vargas Llosa o Jaume Vives, contra los que quieren la destrucción de España y demostró que este problema es la principal preocupación que ahora nos acongoja a los españoles. Una destrucción, la de España, que no solo es la de nuestra historia o nuestro mapa, sino la de la solidaridad entre todos los que hemos hecho este viejo territorio. Atacó Aznar durísimamente a Sánchez y subrayó que más útil que cambiar la Constitución, que se ha demostrado perfectamente eficaz, es cambiar de Gobierno. El auditorio lo recibió y despidió levantado como a los toreros.
Hoy habla Pablo Casado en la jornada final de estas jornadas del PP y la expectación es grande. Y es que este asunto de la ruptura del país, no sólo preocupa en el PP o en Vox o Ciudadanos, es que está haciendo quebrarse las crujias del PSOE.
Era asombroso, sencillamente asombroso, seguir ayer las televisiones del País Vasco y Cataluña. Las televisiones públicas, claro, las pagadas con nuestro dinero, y ver los insultos que se prodigaban contra Extremadura y los extremeños. “Analfabetos”, decían, “paniaguados”, “mantenidos por Cataluña”. Desde Pilar Rahola a Pernando Barrena, por cierto, de Batasuna que ahora es contertulio de TV3 en Cataluña, decían que Extremadura debía concentrarse en bajar su paro tan alto, en industrializarse, en lugar de insultar a Cataluña. “Nosotros”, repetían, “no nos levantamos todos los días pensando en Extremadura”. ¿Y esta ira? ¿Y este ataque inmoderado? Es la respuesta de estas personas independentistas a la votación del Parlamento extremeño pidiendo el apoyo a la Constitución, a la unidad nacional, y asegurando el apoyo de Extremadura a una eventual aplicación del artículo 155 en Cataluña. Era una iniciativa del PP que apoyó con sus votos el PSOE de Guillermo Fernández Vara que, como tantos barones, está siendo arrojado a los pies de los caballos de cara a las próximas elecciones por el apoyo de Sánchez a independentistas y nacionalistas.