“Antes tenían que meternos en casa tirándonos de la oreja, hoy lo hacen para sacarnos”
Javier Serrano y Gonzalo Sánchez-Izquierdo presentan en Fin de Semana su nuevo libro ‘Tardes de chapas y pan con chocolate’
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A los más jóvenes de hoy en día tenemos que contarles cómo fue la infancia de los 'baby boomers', los que nacieron aproximadamente entre el 60 y el 75. Era la de las tardes de chapas y pan con chocolate. Ha cambiado muchísimo, y hay que contar que antes los mayores tenían que tirarnos de la oreja para meternos en casa, siempre estábamos lanzando pedradas, corriendo por la calle, persiguiéndonos unos a otros… y ahora tenemos que pelear con los niños para que salgan porque están con la tablet, con el móvil, con los videojuegos, y lo que no quieren es, precisamente, ir a la calle.
Esa forma de vivir, con esos payasos de la tele que nos acompañaban, con nuestros juegos y juguetes, lo recuerda el libro “Tardes de chapas y pan con chocolate” de la Esfera de los Libros. Sus autores son Javier Serrano, periodista y escritor, Gonzalo Sánchez-Izquierdo, también periodista y escritor y también ‘baby boomer’.
Javier recuerda que su regalo favorito fue “la bicicleta que me trajeron los Reyes”: “Era una BH, la misma que teníamos todos, y fue abrir la puerta del salón y verla delante. Y fíjate que éramos tres hermanos, pero por algún motivo yo sabía que esa bici me la habían traído a mí directamente”.
Gonzalo, por su parte, asegura que su juguete “fetiche” es el Scalextric: “De hecho los sigo coleccionando, pujo en las subastas por tenerlos porque, por desgracia, ya no hay en las tiendas, al menos los coches antiguos”.
Ambos han reconocido “lo burros que éramos”: “Jugábamos a guerras de pedradas y era maravilloso”, reconoce Javier, “yo siempre digo que el Fortnite lo inventamos nosotros, pero lo hacíamos de verdad. Si nos daba una piedra y nos hacía una brecha, se acabaron tus vidas y se acabó tu juego, tenías que ir a que te pusieran la vacuna del tétanos en el ambulatorio de turno y luego te ponían hilo con aguja y sin anestesia”.
Gonzalo recuerda cuando en verano veraneaban en el monte en el pueblo: “Teníamos por costumbre, por las noches, jugar a policías y ladrones, y en el bosque jugar a eso implicaba que la única manera de poder guiarte era con los botes llenos de luciérnagas. Las recogíamos y las metíamos para que nos dieran luz y saber cómo volver a casa y salvarnos”.
Gonzalo ha contado que era la época del reciclaje, “los pantalones largos te duraban toda la vida porque cada año te salía una raya nueva, eran interminables”, a lo que Javier añade que, “a veces, tenías una chaqueta que se parecía mucho a la cortina del salón y luego tu madre te reconocía que la había usado para hacerla porque las madres y las abuelas eran verdaderas virtuosas del corte y confección. También se ponían rodilleras, mi récord fueron ocho en el mismo pantalón”.
“Ni PlayStation ni falta que hacía”, reza su libro, y Javier explica que, “en aquellos tiempos, no se había inventado y éramos felices, muy felices con unos palos, unas piedras, jugando a perseguirnos, saltando, jugando al fútbol en unos campos horribles a veces en forma de L y con pedruscos como porterías. Era otra forma. Vamos, que había que agarrar por la oreja para que alguien entrase en casa, y ahora hay que hacer lo mismo pero para que salgan y se relacionen con otros niños, es terrible”.
Sobre las canciones, recuerdan a los payasos de la tele, y además que fueron a los platós de tv y a las radios: “Lo de la televisión, nosotros la recordamos en blanco y negro. Recuerdo una anécdota: Tricicle se hizo famoso en el ‘1, 2, 3’ porque esa noche les vieron 11 millones de personas, eso hoy por hoy es inaudito”.
¿Por qué todos teníamos lo mismo de todo? Todos los niños tomaban el calcio 20, todos tenían la vajilla Duralex… “la sigo teniendo”, afirma Javier, “es eterna, pero claro, había menos variedad, éramos más básicos. Y ocurre también con otros elemento de casa, todos teníamos las mismas sillas, las mismas mesas… éramos muy homogéneos”.