'Crónicas perplejas': “Cuando alguien recomienda siempre tiene la sensación de ser demasiado invasivo”
Habla Antonio Agredano de recomendaciones
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
¿Qué recomendaría a mi mejor amigo? Me pregunta Alberto. No es fácil. Cuando alguien recomienda siempre tiene la sensación de ser demasiado invasivo, de meterse donde no le llaman. Incluso de decepcionar. Una película que me fascinó a alguien le puede parecer tediosa. Un disco le resulta monótono. O mi libro favorito es una pérdida de tiempo para él.
¿Qué recomendaría a mi mejor amigo? A lo mejor le recomendaría escuchar con el corazón. Le recomendaría que hiciera planes irrealizables. Le recomendaría que comiera fruta a la orilla del mar. Que amase sin matices. Que corriera con música. Que desordenara los muebles. Que llenara la casa de plantas. Que caminara con pausa hacia ninguna parte.
Le recomendaría que no sintiera culpa. Que no se castigara con los errores del pasado. Que mirara con entusiasmo hacia su futuro. Le recomendaría ese precioso equilibrio entre la entereza y la fragilidad. Sentirnos grandes y pequeños al mismo tiempo. Que abrazara con fuerza, que se fuera de donde no le quieren. Que tomara el ron solo, sin hielo, a sorbos breves. Que se comprara una camisa de leopardo. Que bailara canciones de Olé Olé en el salón.
Le recomendaría que cerráramos los karaokes, que bebiéramos vino a los pies de un volcán. Que llamara a sus padres. Que llevara flores frescas a la tumba de sus abuelos. Que pisara su ayer con orgullo y con gratitud. Que fuera al Prado a ver el Caravaggio en el que David vence a Goliat. Que se comiera una palmera de chocolate en una cafetería de barrio. Que se bebiera cuatro o cinco cañas en el Correo. Que domesticara la nostalgia. Que se lanzara de vez en cuando a los placeres minúsculos.
Y que fuera protagonista de sus propias películas. Y que sea su propio camino. Y que su felicidad sea contagiosa. Eso le recomendaría. A mi mejor amigo, a ti, y a mí mismo. Porque la vida es una. Porque, aun sin armas y sin ejército, nos queda un mundo por conquistar.
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