'Crónicas perplejas': “Ningún resultado oculta que España es una democracia seria”

Habla Antonio Agredano de su papel como segundo vocal en una mesa electoral en las elecciones del 23J y el resultado de las mismas

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La experiencia de Antonio Agredano en una mesa electoral en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Llegué a las ocho al colegio electoral, con mi papelito en la mano y esa carita de pena que sólo saben poner los perros delante de un cuenco vacío y los ciudadanos a los que nos ha tocado una mesa electoral. Yo iba de tercer suplente de presidente. Así que llegaba confiado. Incluso me había apuntado al bodypump a las 09:30 h.

Pero, de los doce puestos por mesa, en la mía sólo nos presentamos tres. Así que la funcionaria hizo una llamada a la Junta Electoral y allí me quedé, con mi botellita de agua, mi abanico y un manual que tuve que leer a toda prisa. Segundo vocal. Básicamente me dediqué a subrayar con fluorescente, comprobar apellidos y luego contar. Contar mucho. Contar como no contaba desde EGB.

La democracia avanzaba imparable, pero a eso de las cuatro de la tarde las ganas de apoyarme sobre la urna del Senado y echarme una siesta era muy grande. Se me hizo largo. Había gente que votaba con entusiasmo, otros casi enfadados, muchos con prisa, otros con una pausa exasperante. Una joven que quería votar con la tarjeta de la Seguridad Social. Otro que casi mete su DNI en la urna. Una señora que quería votar allí mismo, porque el colegio que le tocaba le pillaba muy lejos.

Pasaban las horas. Se acumulaban los sobres. Me conmovía la gente muy mayor que, apenas pudiendo andar, se comprometían con sus partidos. Me conmovía la ilusión sin matices de los muy jóvenes que ejercían por primera vez su derecho al voto. Los apoderados eran amables. Mis compañeras de mesa se aplicaban para que todo saliera bien.

Es un milagro la democracia. Toda esta responsabilidad casi a cambio de nada. Se supone que hoy o mañana me ingresarán 70 euros por los servicios prestados. Por 15 horas de trabajo, desde las ocho de la mañana a las once de la noche, que fue cuando salí. No sé si dar la entrada para un piso o gastármelo en vino. Salí tan cansado que quise comprarme un kebab, pero estaba cerrado. Nunca me he comido un kebab sobrio. Así como dato.

En cualquier caso, tengo la sensación de haber cumplido como ciudadano. Y ser parte de este proceso de elección de nuestro futuro. Hoy hay personas más felices que otras, pero que ningún resultado oculta que España es una democracia seria y que deberíamos seguir apostando por la convivencia y la pluralidad sin excusas, sin estridencias y sin revanchas.

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