'Crónicas perplejas': “Ojalá mis hijos recuerden una infancia a la altura de su ilusión y su sonrisa"
Habla Antonio Agredano de las vacaciones de los hijos y la necesidad de los campamentos de verano
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas"
Arrastran mis hijos, de nuevo, sus mochilas. Me preguntan: “¿No se había acabado el colegio ya?”. Y los miro con ternura y, lo confieso, casi con culpa. Los tiempos han cambiado. El colegio se ha acabado pero los trabajos siguen. Así que buscamos escuelas de verano y campamentos para sus mañanas.
Cuando vuelvo a casa pensativo, tras dejarlos allí, tan temprano, me cruzo con dos chicas jóvenes cargando dos cajas de pelotas, arcos, conos, dianas, cuerdas y churros de gomaespuma. Van sonriendo, charlando animadas, se dirigen hacia el centro donde mis hijos empiezan hoy su escuela de verano. Y me quedo más conforme.
Serán sus monitoras, digo para mí. Y pienso en los juegos que les esperan, en los niños que, como ellos, estaban en la puerta. Pienso en las carreras, en las risas, en los manguerazos en el patio, en las manualidades. Querría tenerlos conmigo, en casa, como yo viví aquellos veranos larguísimos en el barrio. Con mi abuela, con mis tíos, con mis primos. Tumbado, sin nada que hacer.
Pero vivimos días diferentes. Y confío en esos chavales y chavalas con gorras y camisetas de colores que les dan la bienvenida y organizan los grupos y preparan bailes y canciones para ellos.
Los niños han entrado felices. No saben qué les espera. Ojalá, al recogerlos, lleven la misma sonrisa que llevaban esta mañana. Yo vuelvo a mis rutinas, a mi ordenador, a este micrófono. Ser padre es, sobre todo, decidir. Y que cada decisión sea la correcta.
Ojalá mis hijos, dentro de muchos años, miren hacia atrás y, con un suspiro, piensen que, pese a los madrugones, pese a las prisas y pese a algún puñado de malos recuerdos… tuvieron una infancia a la altura de su ilusión y su sonrisa.
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