La lección de historia de Luis del Val a Quim Torra
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cuando Joaquin Torra, el fanático y racista presidente de la Generalidad de Cataluña tenía 15 años, y faltaba poco más de un mes para que se celebraran las primeras elecciones democráticas en España, uno de los empresarios más conocidos del sector textil de Barcelona fue asaltado por un grupo de independentistas que militaban en el Ejército Popular de Cataluña, y le pusieron una bomba adosada al pecho, que podía estallar si no les entregaba 500 millones de pesetas. La bomba estalló y destrozó el pecho y la vida de José María Bultó. Unos meses más tarde, cuando la Constitución había sido aprobada por las Cortes y ratificada con un si masivo en un referéndum, unos miembros del Ejército Popular de Cataluña, a las ocho y media de la mañana, entraron en el domicilio de Joaquin Viola, ataron a todas las personas que se encontraban en el domicilio y se encerraron con Viola y su esposa en una habitación. Al poco se oyó, una explosión y salieron los terrorista corriendo y huyeron, uno de ellos con la cara ensangrentada. La explosión fue tan violenta que le arranco la cabeza del tronco a Joaquin Viola, que había sido durante un año alcalde de Barcelona y algunos años más secretario del Club de Fútbol Barcelona. Por cierto, uno de los hijos de Viola reconoció entre los asaltantes a quien ya había sido condenado por el asesinato de Bultó, un tal Carles Sastre, que salió en libertad gracias a la Ley de Amnistía del nuevo gobierno democrático, y que hoy creo que milita en la CUP.
Este independentismo feroz, cruel y criminal es muy antiguo. Y siempre hay asesinos de provecho que sólo esperan una excusa para poder ejercitar su vocación. Y a mí no me causan asombro. Los que me causan asombro no son los asesinos desgraciados que con el cerebro atropellado por el imán de turno, en el nombre blasfemo de Alá, causan muerte, luto y destrucción. No, los que me asombran son los imanes que les predican que eso les llevará al paraíso lleno de huríes y fuentes de miel. Esos son los que me dan asco. Me dan asco gente como usted, ciudadano Torra, que alimenta el paraíso de una República de fuentes de miel, y que, con una sonrisa cínica en los labios, envía la consigna de apretar, de presionar, de hacer más fuerza, y ante la palabra del imán que les va a conducir al paraíso de la República que no existe, se ponen a fabricar bombas creyendo que no son terroristas, sino salvadores de la patria, valientes soldados, esforzados gudaris, que diría su amigo, diplomado en secuestros, ciudadano Otegui. Me repugnan las gentes como usted, ciudadano Torra, que ni son tontas, ni inconscientes, sino tan malvadas que saben que sembrando el odio se puede llegar a ese punto donde para que las cosas vayan mejor se tienen que poner peor. Y me dan asco los corifeos que niegan la evidencia, porque, encima, no cobran del presupuesto como usted, ni se pueden permitir escoltas, ni tienen un sillón como el suyo desde el cual alienta a que los confundidos creyentes se conviertan en criminales y en carne de mazmorra.