En un mundo que se ha olvidado de Dios, todavía hay personas que entregan su vida por y para Él

El monólogo de Irene Pozo en La Linterna de la Iglesia

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Hablar de vocación hoy en día es hablar del sentido de la vida. ¿Recuerdas a Benedicto XVI en la Vigilia de Cuatro Vientos? Durante aquella JMJ celebrada en Madrid, aquella noche de tormenta, el Papa Benecito hablaba a los jóvenes precisamente de la vocación… y les invitaba a pedir a Dios que les ayudara a descubrirla en la sociedad y en la Iglesia porque, como decía, “vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que Él nos proponga”. Porque Cristo llama. Llama al matrimonio, al sacerdocio, a la vida religiosa.

Y aquí es donde me quiero detener, en la vida religiosa, porque me parece un regalo para la Iglesia y para la sociedad. En un mundo que se ha olvidado de Dios, todavía hay personas que entregan su vida por y para Él, y desde esa experiencia de fe, son capaces de hacerle visible, un desafío enorme a la vez que bonito. Muchos piensan que la vida religiosa está en crisis, y es cierto que no podemos cerrar los ojos ante la realidad de las cifras que se presentan cada año, pero hay muchos brotes verdes, porque la vocación religiosa sigue tocando muchos corazones. Y porque siguiendo el ejemplo de Jesús, si 12 Apóstoles y sus discípulos fueron capaces de llevar el Evangelio por todo el mundo, como cristianos no podemos dejar de hacer lo mismo.

Y aquí entra en juego eso de la sinodalidad, ese caminar juntos en la Iglesia del que tanto sabe la vida consagrada. En este Jubileo donde la Iglesia nos llama a todos los bautizados a ser peregrinos y sembradores de esperanza, el don y la belleza de la vocación religiosa nos enseña a no rendirnos nunca en el camino, a pesar de las dificultades, y a no perder el rumbo de la vida. Porque cuando Cristo está en el centro, todo cobra sentido.

No olvidemos que la presencia de las personas consagradas en campos como la educación, la sanidad o la asistencia a los más necesitados resulta esencial para el mundo en el que vivimos.

Y a la pregunta que muchos se hacen. ¿Tiene sentido hablar de vocación hoy en día? La respuesta es… más que nunca.

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