Del Val: “Contemplaré cómo el nuevo ministro de Universidades ensucia, solemnemente y en público, su honor"
Este lunes Joan Subirats toma posesión del cargo ante el Rey
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en Joan Subirats, el nuevo ministro de Universidades que este lunes toma posesión de su cargo:
En mi, puede que equivocada, opinión uno de los actos más fascinantes, que se van a producir hoy, va a ser la toma de posesión del nuevo ministro de Universidades. Digo fascinante, porque el nuevo ministro es, paradójicamente, comunista y nacionalista, que viene a ser como el vegetariano que regenta un asador de carne. Después de leer a Ralph Dahrendorf, yo creía que la única patria del buen comunista era el proletariado y la famélica legión, pero hete aquí que al comunista nacionalista sólo le importa el proletariado nacionalista, y al obrero que no sea nacionalista, que se aguante y le den pepinos amargos por donde duele.
Otra de las fascinaciones seductoras es que tendrá que decir que sí a esta pregunta: ¿Juráis o prometéis, por vuestra conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones del cargo de ministro de Universidades, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución?
Si dice que sí, tal como está previsto, el nuevo ministro de Universidades va a dejar su conciencia y su honor para empaquetarlas y llevarlas a la tintorería, porque no acata la Constitución, ni tiene ninguna lealtad al Rey. Antes bien, al contrario. Desde su puesto de concejal del Ayuntamiento de Barcelona, se dedicó, con entusiasmo, a borrar todos los nombres de calles y plazas que hicieran referencia a la Corona y sus titulares. El uno de octubre, durante el referéndum ilegal contra la Constitución, fue a votar y se hizo una fotografía, que difundió por internet para que se supiera que estaba por el secesionismo. Lo dijo en una entrevista publicada en La Vanguardia: “No soy nacionalista, soy soberanista”. Está claro: separación, ruptura de la Constitución, y la deslealtad más profunda al Rey. Para Pedro I, El Mentiroso, sólo se trata de añadir uno más a su corte de embusteros. Pudiera haber ocurrido el casi imposible portento de que el comunista nacionalista se hubiera vuelto, de repente, socialdemócrata y nacionalista a secas, pero sería un milagro y los milagros no se suelen producir en el Comité Central. Por eso, estoy fascinado: por contemplar cómo el nuevo ministro de Universidades ensucia, solemnemente y en público, su honor. Si es así, aunque le importe un bledo, seré uno más de los que no le van a tener ningún respeto.